La verdad que la pregunta que se plantea es verdaderamente compleja. Imagino que al convertirse pondrán sus cuitas y la toma de decisiones en las manos de Dios, y Él será el que les guíe en hacer lo que conviene o por el contrario en abstenerse de hacerlo.
Respecto al matrimonio, creo que debería de disolverse, pero respecto a el hijo adoptado..., no sé, es dificil. De todos modos también sería cuestión de plantear aquí el tema de la adopción.
¿Cómo lo ven ustedes a través de la escritura? yo todavía no encontré ningún texto al que acogerme para tomar una decisión certera al respecto.
Con respecto a amar a los homosexuales, sabemos que Dios y por tanto Jesucristo no hace acepción de personas, ¿cómo vamos a hacerlo nosotros llamándonos sus discípulos? está claro que todos son pecadores, y que la homosexualidad, al igual que el adulterio o la fornicación son totalmente opuestos a la Santidad de Dios. Es evidente que si amamos a los hombres habrá que indicarles que su elección o camino respecto a su sexualidad desagrada a Dios y mucho, hasta el punto de aborrecer dichas elecciones. Por tanto, si realmente decimos que amamos a las personas habrá que presentarles el evangelio para que puedan ser salvas, y sin prejuicios, claro.
Bendiciones.
Respecto al matrimonio, creo que debería de disolverse, pero respecto a el hijo adoptado..., no sé, es dificil. De todos modos también sería cuestión de plantear aquí el tema de la adopción.
¿Cómo lo ven ustedes a través de la escritura? yo todavía no encontré ningún texto al que acogerme para tomar una decisión certera al respecto.
Con respecto a amar a los homosexuales, sabemos que Dios y por tanto Jesucristo no hace acepción de personas, ¿cómo vamos a hacerlo nosotros llamándonos sus discípulos? está claro que todos son pecadores, y que la homosexualidad, al igual que el adulterio o la fornicación son totalmente opuestos a la Santidad de Dios. Es evidente que si amamos a los hombres habrá que indicarles que su elección o camino respecto a su sexualidad desagrada a Dios y mucho, hasta el punto de aborrecer dichas elecciones. Por tanto, si realmente decimos que amamos a las personas habrá que presentarles el evangelio para que puedan ser salvas, y sin prejuicios, claro.
Bendiciones.