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La Realidad de Nuestra Vida
#1
Por: Jorge Segura

Es asombrosa la forma en que tanto predicador usa la Biblia.
 
Tendenciosamente es posible predicar, prácticamente, sobre cualquier tema o asunto.
 
Es cuestión de escoger los pasajes bíblicos apropiados y desechar aquellos que no podrían utilizarse para apoyar el punto en cuestión.
 
Por otra parte, es muy frecuente encontrar predicaciones o reflexiones basadas en acontecimientos muy particulares narrados en la biblia, y que el predicador por ignorancia o a propósito generaliza esa situación, para aplicarla a circunstancias en las cuales eso no es correcto.
 
Me explico:
 
Si Abraham era rico, eso no significa que todo cristiano deba ser rico.
 
Si Jacob tenía abundancia, eso no significa que todo cristiano también debe tenerla.
 
Y es así como se predica tanto sobre la prosperidad. pero no se menciona, por ejemplo, que los apóstoles no tenían dinero ni para dar una limosna. Que Pablo, incluso, pasaba hambres y trabajaba para mantenerse. El asunto es justificar que el pastor debe estar prosperado,  porque, de lo contrario, estaría bajo maldición, según ellos.
 
En Eclesiastés 9: 14-15 se habla de una ciudad pequeña que iba a ser atacada por un gran rey. Pero en la ciudad pequeña se hallaba un hombre, pobre pero sabio, que con su sabiduría podría haber salvado a la ciudad! Pero nadie se acordaba de aquel hombre pobre!
 
De este pasaje, se valió un predicador extranjero, para decir que en la traducción de la Biblia en su idioma, se dice que la cuidad pequeña no se salvó porque al hombre no le hicieron caso. Ese predicador, independientemente del problema de la traducción, generaliza y concluye que al pobre nadie lo escucha. Por lo tanto necesitamos que nuestros predicadores sean adinerados y vivan muy bien. El resto de la biblia fue ignorado para sus propósitos. De qué sirve asistir a los cultos para escuchar estos engaños. Y como el creyente no es estudioso, no se da cuenta de cómo se burlan de él
 
Me pregunto, si al pobre nadie lo escucha, por qué Jesús escogió pobres e ignorantes entre sus discípulos y los envió a predicar el Evangelio? ¿Cómo nos explicamos las grandes cantidades de personas que seguían a Jesús? ¿Acaso Jesús era millonario, como también lo han dicho algunos predicadores? Claro está, que si quiero hablar de prosperidad y sacarle el dinero a la gente, debo de tener un muy buen nivel de vida. Al igual que para hablar de obediencia, el pastor debe andar en santidad. Por eso de santidad no se habla.
 
De igual forma se pretende utilizar pasajes bíblicos referidos a situaciones muy particulares y se generalizan, haciéndoles ver a los creyentes que todos sus problemas serán resueltos favorablemente.
Así las cosas, se les enseña a  esperar milagros para enfrentar todas sus tribulaciones y angustias. Y que si tienen fe, ayunan  o proceden de cierta forma, su milagro, necesariamente, vendrá. En muchos casos se va más allá, enseñando que los milagros pueden comprarse con dinero. Es cuestión de sembrarlo (obviamente en la iglesia o canal de TV o ministerio que lo predica) y Dios hará el milagro. A veces hasta dan a entender como si fueran ellos los que realizan el milagro y no Dios. Nunca le dicen que siembre en cualquier otra parte, como darle al pobre, a la viuda o al huérfano. Debe ser al pastor al que hay que darle. Claro que ellos dicen que es para Dios.
 
¿Por qué no ser más realistas y honestos? la verdad es otra. Dejemos de engañarnos y engañar a los demás
 
Algunos pretenden profetizar que este es el año de la prosperidad, del cumplimiento de todos nuestros deseos y sueños, etc, como si la Biblia se hubiera escrito hace 15 días. Si se escribió hace 2000, 2500 años o más. por qué se les ocurre decir que este es el año de la bendición o del avivamiento? Entonces, uno se pregunta: ¿Y el Espíritu Santo ha estado de vacaciones 2000 o 2500 años? ¿De dónde inventan todas esas cosas? ¿Con qué propósito lo hacen? ¿Por qué no se predica la realidad que debemos enfrentar día tras día? Y lo más lamentable es que los creyentes, emocionados. se deshacen en aplausos cuando los predicadores les dicen estas cosas. Actúan bajo situaciones puramente emocionales. pero cuando salen de esos cultos, se dan cuenta de que la realidad es otra. No obstante, continúan ingenuamente creyendo y confiando en esos falsos apóstoles.
 
Dios estableció una serie de leyes físicas y espirituales, para que se cumplan y rijan la vida en este planeta. Dios suspende la aplicación de estas leyes únicamente cuando él, por razones que  la mayoría de las veces nosotros no entendemos, realiza un milagro. De lo contrario estas leyes son las que prevalecen.
 
Las leyes de la herencia, por ejemplo, ahí están. Y creyentes o no, tendremos que experimentar sus buenas o malas consecuencias como la diabetes, cáncer, presión alta, Etc.
 
Dios en su voluntad y total soberanía determina en qué casos rompe esa herencia y produce un milagro. Pero es evidente que en la gran mayoría de los casos, no hay milagro. Igual ocurre con la pobreza , deudas, desempleo, etc. Si nosotros no aprendemos a vivir sabiamente, como lo indican las escrituras, sufriremos necesariamente las consecuencias.
 
Creo que exageramos la espiritualidad, y pretendemos que Dios nos resuelva nuestros problemas a nuestro antojo. Dejemos de engañarnos y actuemos con más responsabilidad. Actuemos bajo los principios bíblicos establecidos y no nos dejemos engañar por tanta predicación equivocada o mal intencionada.
 
“En el mundo tendréis aflicción”.  Esto es inevitable. esa aflicción debe vivirse, enfrentarse y aprender a resolverla, en conjunto con Dios. En equipo. Pero Dios tiene mucho que enseñarnos, y no lo podría hacer si evita que nosotros vivamos esas dificultades. La pregunta no es si vamos a tener problemas. La pregunta es cómo vamos a reaccionar ante ellos.
 
Por eso Dios nos dice tantas veces que no temamos. Que Él estará con nosotros. Que no nos dejará ni nos desamparará. Que no nos quejemos. Que demos gracias en todo. Que es bienaventurado el que sufre. Que nos llenemos de gozo frente a los problemas. Que no nos afanemos por nada. Si la idea de Dios fuera que nosotros vivamos a puro milagro y que Él nos va evitar esas aflicciones, entonces ¿Por qué hacer incapié en lo dicho anteriormente? Es imperativo perderle el temor a la aflicción.
 
Creo que más allá de decirle a la gente, o pensar nosotros mismos, que si actuamos o hacemos ciertas cosas, Dios va a satisfacer todo lo que queremos. Pidámosle a Dios valor, fortaleza y sabiduría para que, bajo la dirección del Espíritu Santo, sepamos enfrentar, y resolver de la mejor forma posible, tanto problema y tribulación que se nos presentan en nuestra vida.
 
Dios satisfará las peticiones de nuestros corazones, pero únicamente aquellas que sean correctas y estén de acuerdo a Su plan para nuestras vidas. Obviamente, las demás peticiones no las satisfará. Pero como Dios es amor y todopoderoso, igualmente debemos estar agradecidos por las que no satisface, entendiendo y creyendo que eso es lo mejor para nosotros. De esa manera, la angustia y el temor desaparecen. Incluso, desde el momento de orar debemos hacerlo con tranquilidad sabiendo que Dios hará lo mejor. Desde su punto de vista, lo que ocurra ya no tiene importancia. Cualquiera sea el resultado será el mejor.
 
Un buen ejemplo sobre lo dicho, es el caso del mismo Señor Jesucristo, cuando pidió que fuera pasada de él la copa de dolor y angustia que debería de beber. Ante una agonía tan extrema, nuestro Padre Celestial le dijo, no. Y Jesús tuvo que enfrentar y sufrir, lo que todos ya sabemos.
 
No sigamos pensando y predicando que todo se va a resolver y salir como queremos. Eso solo produce frustración y, en muchos casos, inacción, empeorando así las cosas. El creyente se queda sin hacer nada ante sus problemas, esperando milagros para todo.
 
Por el contrario, requerimos mucha fe para creer que todo lo que nos ocurre es para bien y, por lo tanto, dar gracias en todo. Tratemos, a su vez, de no apegarnos a las cosas materiales y humanas. Las reglas de la vida todos las conocemos. No exageremos el sufrimiento. Necesitamos ser menos emocionales.
 
Aceptemos sin soberbia y altivez, y con humildad, el plan de Dios para este mundo. Dios es amor y todopoderoso. Su voluntad y soberanía se impondrán por más que nosotros nos opongamos.
 
¡Y por qué no aceptar por fe ese amor de Dios, confiando en que todo está bien, y dejar de sufrir exageradamente, por cada acontecimiento que no nos gusta! 
 
Aceptemos todo, y con valor y fortaleza enfrentemos esas dificultades guiados y dirigidos por el Espíritu Santo.
 
Que Dios les bendiga.

(Mensaje de: Jorge Segura).
 
 
(Tomado de la lista de correo de "Siguiendo Sus Pisadas") 
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