24-11-2017, 12:13 AM
EL PERDON DE DIOS
(Pastor J. Holowaty)
LO QUE CREEMOS Y PORQUE
Para resolver la cuestión del pecado, necesitamos ser perdonados. Nuestro problema, no solamente es con nosotros mismos y con nuestro semejante, sino muy especialmente con Dios, es aquí donde comienza todo. Hemos pecado contra Él y debemos recordar siempre esto. Necesitamos perdón y el único que puede perdonarnos es Aquel contra quien hemos pecado.
En la cuestión perdón hay una parte que corresponde al penitente, y la otra corresponde a Dios. Es muy necesario que cada cristiano sepa qué dice la Biblia sobre esta doctrina llamada «el perdón», cuál es el mecanismo del perdón. Porque la religión ha derivado supuestos poderes que sólo pertenecen a Dios, los ha derivado a los hombres, pero tenemos que distinguir lo que dicen y enseñan los hombres, de lo que enseña la Biblia
¿QUÉ DEBE HACER EL PECADOR PARA SER PERDONADO?
Primero que todo, el pecador debe arrepentirse. Dice la Biblia y éste es el texto que debe tener en cuenta: “Mas ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros gobernantes. Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer. Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados…” (Hch. 3:17-19). Este texto no necesita ningún tipo de explicación. Nadie podrá jamás recibir perdón si no se arrepiente y se acerca al Único que tiene autoridad para perdonar pecados.
Si un pecador acude a un religioso para que le perdone y le absuelva, puede que sienta algo de alivio, pero es una terapia engañosa. Es un engaño, porque aún no ha recibido perdón Divino, aunque piense que ha recibido perdón. Juan el Bautista comenzó su ministerio con… “arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado…” (Mt. 3:2). Y luego agregó: “Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento” (Mt. 3:8).
Lucas relata cómo Jesús se presentó antes sus discípulos después de su resurrección y dice: “Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras; y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén” (Lc. 24:45-47).
Si alguien tiene problema para entender qué significa arrepentimiento, debe recordar las
palabras del profeta, y usando sus palabras le daré la explicación de… qué es “arrepentimiento”, “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová,
el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar” (Is.
55:7). Cuando hay arrepentimiento se cumple lo «de dejar» lo que uno vivía y hacía antes.
Cuando usted se arrepiente de algo, deja de hacerlo.
• Si creía en la iglesia, ahora ya no cree más en la iglesia, sino en Cristo.
• Si se confesaba ante un hombre, ahora ya no lo hace más, porque sabe que la Biblia no enseña eso.
• Si era un religioso, ahora ya es un regenerado. Sin religión pero con salvación.
Tenga mucho cuidado de no enfatizar demasiado en «recibir a Cristo» y dejar a un lado el “arrepentíos”. No es posible «recibirle» sin el verdadero «arrepentimiento», es que mediante el arrepentimiento comienza en realidad la vida de todo cristiano.
HE AQUÍ ALGUNOS OBSTÁCULOS PARA EL PERDÓN
Tenemos que conocer también, por lo menos algunos de los muchos obstáculos, los más comunes
que impiden al pecador obtener el perdón. ¿Existen? ¡Sí, existen serias barreras a veces!
Si su costumbre es confesarse con un religioso, digamos un católico ante un sacerdote, y piensa
que realmente, ese hombre tiene autoridad para perdonar pecados. Está profundamente equivocado, y aunque sienta cierto alivio y hasta cierta paz, usted todavía sigue con todos sus pecados y no ha sido perdonado de uno solo. La Biblia dice: “¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?... Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados” (Mr. 2:7, 10). Si se confiesa con su líder religioso, usted nunca será perdonado, porque esto es prerrogativa únicamente de Dios. Nadie se puede postular en lugar de Dios y decir: «yo soy representante de Dios aquí».
Es probable que usted haya pasado muchos años gimiendo y confesando pecados en el confesionario auricular, aceptando penitencias y convencido o convencida de que todo está bien, porque su líder religioso se lo dijo. Pero… ¿consultó a Dios leyendo su Palabra? ¿Todavía no llegó a la prueba que si es o no válido ese perdón? Porque llegará el día cuando usted partirá de este cuerpo y se encontrará horrorizado al ver lo que le espera más allá, y se dará cuenta que esos “perdones” y “penitencias”, de nada le sirven en la hora de la muerte. El mismo religioso que siempre le estuvo engañando le dará la extremaunción. ¡Nadie puede dar lo que no tiene! Él tampoco sabe lo que es ser salvo, aunque es religioso, esto no tiene ninguna importancia. Hay mucha gente religiosa, “cristianamente” religiosa; sin jamás haber entendido lo que significa el perdón de Dios. Así que, si no confiesa sus pecados directamente a Dios, usted mismo se pone ese obstáculo y no hay perdón.
El segundo obstáculo, si usted no se arrepiente. Si usted no quiere arrepentirse, no hay perdón. El
arrepentimiento, además de admitir uno su culpabilidad delante de Dios, es cuando uno decide no continuar en ese pecado que acaba de confesar. La Biblia lo pone así, “El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia” (Pr. 28:13). ¡Qué formidable declaración!
El arrepentimiento es lo mismo que el alejamiento del pecado en cuestión. No habrá perdón aunque haya un momento de angustia y tristeza, a menos que el penitente esté totalmente decidido
dejar aquello que está confesando y se aleje de verdad. Entonces Dios interviene y es la sangre de Cristo, el secreto del perdón que obtiene. ¿Por qué? Porque el sacrificio de Cristo se nos atribuye
a nosotros.
Cuando con Dios tratamos la cuestión pecado, Él nunca nos impone ninguna penitencia. ¿Porqué? Porque todas las penitencias, todas las cuentas por nuestras transgresiones, Él mismo la sufrió en el Calvario; en la Persona de su bendito Hijo Jesucristo. Por eso la Biblia dice: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Jn. 1:9). Él está mucho más interesado en perdonarnos, que nosotros en buscar Su perdón. Así que, si no se arrepiente, éste es otro obstáculo para obtener el perdón.
El tercer obstáculo, cuando uno mismo no perdona a quien le ofende. Si no está dispuesto a perdonar, olvídese. Es la tercera razón que impide el perdón de Dios. Cuando usted tiene algún resentimiento contra alguien, y no está dispuesto a perdonar. Si ése es el caso, entonces, no importa cuánto llore, confiese incluso a Dios, y… como que se arrepiente, de nada le servirá.
Cuando Jesús ofreció la oración modelo, conocida como el «Padre nuestro», dice en la parte final, “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará
vuestras ofensas” (Mt. 6:14, 15). Estas palabras de Jesús, no necesitan comentario, ni explicación
alguna. Si usted no es de aquellos que perdonan, no espere perdón tampoco. De nada vale, que
incluso confiese sus pecados al mismo Señor y lo haga correctamente, no hay perdón si usted guarda rencor, está resentido, enemistado y no quiere ceder, sino que continúa así contra alguien.
Recordemos además, que no solamente se debe perdonar a quienes nos ofenden, si se quiere el perdón de Dios, sino que, debe hacerse esto de verdad, de todo corazón. Porque Dios también al
perdonar, nos perdona de todo corazón, absolutamente todo y definitivamente no queda pecado
pendiente, algo que nunca nos traerá en cara. Por eso Él exige que sepamos perdonar de todo corazón. Jesús dice, “Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas” (Mt. 18:35).
Cuarto obstáculo. Si cree que usted no tiene pecado. Si pretende no tener nada que confesar,
entonces tampoco será perdonado. En realidad no puede orar siguiendo las enseñanzas del Señor,
porque Él dice en la oración modelo, que nuestro deber es incluir el pedido de perdón, “Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores” (Mt. 6:12). Esto es para los cristianos, porque la oración comienza con “Padre nuestro”, y Dios es Padre solamente de aquellos que ya son salvos.
Existen enseñanzas que afirman que el cristiano ya no peca. Y ciertamente así es, pero el cristiano
que ya no peca… ya está con Cristo, es decir ya murió. Mientras estamos aquí en este cuerpo, la Biblia nos provee recursos para no pecar. Pero también provee recursos para cuando pecamos.
Muy claro lo de 1 Juan 1:10-2:2, “Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros. Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo”.
Debe establecerse una clara diferencia entre «pecar» y «practicar el pecado», decir que «pecamos
», no es lo mismo que decir que «practicamos el pecado». Lo primero es accidental, está fuera
de nuestro programa de vida. Es algo que no nos corresponde, pero más de una vez, lamentamos
que el pecado sí, tiene lugar en nuestra vida. En cambio «practicar el pecado», es un modo de vida,
es vivir diariamente en base a una conducta dominada por el pecado.
“Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca” (1 Jn. 5:18). Dicho en otras palabras, el cristiano obtuvo perdón completo mediante Aquel que fue engendrado sin pecado, Jesucristo; quien pagó nuestras culpas con su muerte. Ya hemos visto que Pablo se incluyó en el dilema del pecado (Ro. 7). Y Juan hace lo mismo cuando dice, “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros” (1 Jn. 1:8). Definitivamente si usted es de aquellos que gritan a los cuatro vientos que ya no peca, lógicamente no tiene perdón. Usted no considera necesario pedir perdón a Dios por los pecados que no los tiene.
(Pastor J. Holowaty)
LO QUE CREEMOS Y PORQUE
Para resolver la cuestión del pecado, necesitamos ser perdonados. Nuestro problema, no solamente es con nosotros mismos y con nuestro semejante, sino muy especialmente con Dios, es aquí donde comienza todo. Hemos pecado contra Él y debemos recordar siempre esto. Necesitamos perdón y el único que puede perdonarnos es Aquel contra quien hemos pecado.
En la cuestión perdón hay una parte que corresponde al penitente, y la otra corresponde a Dios. Es muy necesario que cada cristiano sepa qué dice la Biblia sobre esta doctrina llamada «el perdón», cuál es el mecanismo del perdón. Porque la religión ha derivado supuestos poderes que sólo pertenecen a Dios, los ha derivado a los hombres, pero tenemos que distinguir lo que dicen y enseñan los hombres, de lo que enseña la Biblia
¿QUÉ DEBE HACER EL PECADOR PARA SER PERDONADO?
Primero que todo, el pecador debe arrepentirse. Dice la Biblia y éste es el texto que debe tener en cuenta: “Mas ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros gobernantes. Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer. Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados…” (Hch. 3:17-19). Este texto no necesita ningún tipo de explicación. Nadie podrá jamás recibir perdón si no se arrepiente y se acerca al Único que tiene autoridad para perdonar pecados.
Si un pecador acude a un religioso para que le perdone y le absuelva, puede que sienta algo de alivio, pero es una terapia engañosa. Es un engaño, porque aún no ha recibido perdón Divino, aunque piense que ha recibido perdón. Juan el Bautista comenzó su ministerio con… “arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado…” (Mt. 3:2). Y luego agregó: “Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento” (Mt. 3:8).
Lucas relata cómo Jesús se presentó antes sus discípulos después de su resurrección y dice: “Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras; y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén” (Lc. 24:45-47).
Si alguien tiene problema para entender qué significa arrepentimiento, debe recordar las
palabras del profeta, y usando sus palabras le daré la explicación de… qué es “arrepentimiento”, “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová,
el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar” (Is.
55:7). Cuando hay arrepentimiento se cumple lo «de dejar» lo que uno vivía y hacía antes.
Cuando usted se arrepiente de algo, deja de hacerlo.
• Si creía en la iglesia, ahora ya no cree más en la iglesia, sino en Cristo.
• Si se confesaba ante un hombre, ahora ya no lo hace más, porque sabe que la Biblia no enseña eso.
• Si era un religioso, ahora ya es un regenerado. Sin religión pero con salvación.
Tenga mucho cuidado de no enfatizar demasiado en «recibir a Cristo» y dejar a un lado el “arrepentíos”. No es posible «recibirle» sin el verdadero «arrepentimiento», es que mediante el arrepentimiento comienza en realidad la vida de todo cristiano.
HE AQUÍ ALGUNOS OBSTÁCULOS PARA EL PERDÓN
Tenemos que conocer también, por lo menos algunos de los muchos obstáculos, los más comunes
que impiden al pecador obtener el perdón. ¿Existen? ¡Sí, existen serias barreras a veces!
Si su costumbre es confesarse con un religioso, digamos un católico ante un sacerdote, y piensa
que realmente, ese hombre tiene autoridad para perdonar pecados. Está profundamente equivocado, y aunque sienta cierto alivio y hasta cierta paz, usted todavía sigue con todos sus pecados y no ha sido perdonado de uno solo. La Biblia dice: “¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?... Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados” (Mr. 2:7, 10). Si se confiesa con su líder religioso, usted nunca será perdonado, porque esto es prerrogativa únicamente de Dios. Nadie se puede postular en lugar de Dios y decir: «yo soy representante de Dios aquí».
Es probable que usted haya pasado muchos años gimiendo y confesando pecados en el confesionario auricular, aceptando penitencias y convencido o convencida de que todo está bien, porque su líder religioso se lo dijo. Pero… ¿consultó a Dios leyendo su Palabra? ¿Todavía no llegó a la prueba que si es o no válido ese perdón? Porque llegará el día cuando usted partirá de este cuerpo y se encontrará horrorizado al ver lo que le espera más allá, y se dará cuenta que esos “perdones” y “penitencias”, de nada le sirven en la hora de la muerte. El mismo religioso que siempre le estuvo engañando le dará la extremaunción. ¡Nadie puede dar lo que no tiene! Él tampoco sabe lo que es ser salvo, aunque es religioso, esto no tiene ninguna importancia. Hay mucha gente religiosa, “cristianamente” religiosa; sin jamás haber entendido lo que significa el perdón de Dios. Así que, si no confiesa sus pecados directamente a Dios, usted mismo se pone ese obstáculo y no hay perdón.
El segundo obstáculo, si usted no se arrepiente. Si usted no quiere arrepentirse, no hay perdón. El
arrepentimiento, además de admitir uno su culpabilidad delante de Dios, es cuando uno decide no continuar en ese pecado que acaba de confesar. La Biblia lo pone así, “El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia” (Pr. 28:13). ¡Qué formidable declaración!
El arrepentimiento es lo mismo que el alejamiento del pecado en cuestión. No habrá perdón aunque haya un momento de angustia y tristeza, a menos que el penitente esté totalmente decidido
dejar aquello que está confesando y se aleje de verdad. Entonces Dios interviene y es la sangre de Cristo, el secreto del perdón que obtiene. ¿Por qué? Porque el sacrificio de Cristo se nos atribuye
a nosotros.
Cuando con Dios tratamos la cuestión pecado, Él nunca nos impone ninguna penitencia. ¿Porqué? Porque todas las penitencias, todas las cuentas por nuestras transgresiones, Él mismo la sufrió en el Calvario; en la Persona de su bendito Hijo Jesucristo. Por eso la Biblia dice: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Jn. 1:9). Él está mucho más interesado en perdonarnos, que nosotros en buscar Su perdón. Así que, si no se arrepiente, éste es otro obstáculo para obtener el perdón.
El tercer obstáculo, cuando uno mismo no perdona a quien le ofende. Si no está dispuesto a perdonar, olvídese. Es la tercera razón que impide el perdón de Dios. Cuando usted tiene algún resentimiento contra alguien, y no está dispuesto a perdonar. Si ése es el caso, entonces, no importa cuánto llore, confiese incluso a Dios, y… como que se arrepiente, de nada le servirá.
Cuando Jesús ofreció la oración modelo, conocida como el «Padre nuestro», dice en la parte final, “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará
vuestras ofensas” (Mt. 6:14, 15). Estas palabras de Jesús, no necesitan comentario, ni explicación
alguna. Si usted no es de aquellos que perdonan, no espere perdón tampoco. De nada vale, que
incluso confiese sus pecados al mismo Señor y lo haga correctamente, no hay perdón si usted guarda rencor, está resentido, enemistado y no quiere ceder, sino que continúa así contra alguien.
Recordemos además, que no solamente se debe perdonar a quienes nos ofenden, si se quiere el perdón de Dios, sino que, debe hacerse esto de verdad, de todo corazón. Porque Dios también al
perdonar, nos perdona de todo corazón, absolutamente todo y definitivamente no queda pecado
pendiente, algo que nunca nos traerá en cara. Por eso Él exige que sepamos perdonar de todo corazón. Jesús dice, “Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas” (Mt. 18:35).
Cuarto obstáculo. Si cree que usted no tiene pecado. Si pretende no tener nada que confesar,
entonces tampoco será perdonado. En realidad no puede orar siguiendo las enseñanzas del Señor,
porque Él dice en la oración modelo, que nuestro deber es incluir el pedido de perdón, “Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores” (Mt. 6:12). Esto es para los cristianos, porque la oración comienza con “Padre nuestro”, y Dios es Padre solamente de aquellos que ya son salvos.
Existen enseñanzas que afirman que el cristiano ya no peca. Y ciertamente así es, pero el cristiano
que ya no peca… ya está con Cristo, es decir ya murió. Mientras estamos aquí en este cuerpo, la Biblia nos provee recursos para no pecar. Pero también provee recursos para cuando pecamos.
Muy claro lo de 1 Juan 1:10-2:2, “Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros. Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo”.
Debe establecerse una clara diferencia entre «pecar» y «practicar el pecado», decir que «pecamos
», no es lo mismo que decir que «practicamos el pecado». Lo primero es accidental, está fuera
de nuestro programa de vida. Es algo que no nos corresponde, pero más de una vez, lamentamos
que el pecado sí, tiene lugar en nuestra vida. En cambio «practicar el pecado», es un modo de vida,
es vivir diariamente en base a una conducta dominada por el pecado.
“Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca” (1 Jn. 5:18). Dicho en otras palabras, el cristiano obtuvo perdón completo mediante Aquel que fue engendrado sin pecado, Jesucristo; quien pagó nuestras culpas con su muerte. Ya hemos visto que Pablo se incluyó en el dilema del pecado (Ro. 7). Y Juan hace lo mismo cuando dice, “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros” (1 Jn. 1:8). Definitivamente si usted es de aquellos que gritan a los cuatro vientos que ya no peca, lógicamente no tiene perdón. Usted no considera necesario pedir perdón a Dios por los pecados que no los tiene.