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Las Doctrinas Bíblicas no son negociables (2)
#1
2. LA BIBLIA DICE QUE JESÚS ES CREADOR

• “Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten”
 (Col. 1:16,17).

• El autor de la Epístola a los Hebreos, hablando de nuestro Salvador dice:
 “Y: Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos. Ellos perecerán, mas tú permaneces; y todos ellos se envejecerán como una vestidura” (He. 1:10,11).

• Juan dijo de Jesús, 
“Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Jn. 1:3).

• También dijo el apóstol Pablo: 
“Para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él” (1 Co. 8:6).
• “En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo” (He. 1:2).

No se preocupe si no tiene las palabras teológicas adecuadas para expresar esta profunda doctrina en cuanto a la persona de Cristo. Nuestro deber es creer lo que enseña la Palabra de Dios.


3. DIOS ES TRIUNO


Cuando algunos discuten por qué en la Biblia no aparece la palabra Trinidad cuando se habla de Dios, prefiero evitar tales discusiones para no caer en la trampa de ser irreverente para con Dios. Así como tenemos tanta base bíblica sobre la Deidad de Cristo, la Escritura también declara de manera contundente que Dios es Triuno. No dudamos de Dios el Padre. Ya vimos que nuestro Señor Jesucristo es Dios. Pero. . . ¿Qué en cuanto al Espíritu Santo? ¿Es co-igual con Dios como el Padre y el Hijo, o no lo es? Para saberlo, permitamos una vez más que la Biblia hable de nuevo.


Algunos dicen que el Espíritu Santo es una especie de energía, como la corriente eléctrica, o como la energía solar. Otros que se trata de una fuerza que todos tenemos en nosotros y es sólo cuestión de descubrirla y usarla. Hay terceros que aseguran que se trata de un, poder, que de ninguna manera es una persona. Pero. . . ¿Qué dice la ¿Biblia? 
“Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno” (1 Jn. 5:7).
En muchas versiones de la Biblia ya no aparece este texto, porque se argumenta que no figuraba en los manuscritos más antiguos, y que simplemente fue agregado después. Sin embargo, resulta que este no es el único texto que fue extraído de la Biblia, sino que hay muchos más. Es muy extraño que por tantos siglos los cristianos no dudaran de la fidelidad de la Biblia, sino justamente ahora, en estos últimos años de gran apostasía y mundanalidad. Tal parece que resultamos ser la generación más inteligente de todas cuantas nos precedieron. Permítame aclarar que este no es el único texto que habla del Espíritu Santo como una Persona y no una energía o cosa parecida. La Escritura no sólo se refiere al Espíritu Santo como a una Persona, sino que lo coloca en el mismo pedestal de Dios el Padre y Dios el Hijo.

• El Espíritu Santo fue enviado por Dios el Padre. Tendría la misión de recordarle a los discípulos todo lo que el Señor había dicho. 
“Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Jn. 14:26).

• El Espíritu Santo se encargaría de guiar a toda verdad. Enseñaría a los apóstoles y a los que creyeran en Cristo. Diría todo lo que habría de venir y no hablaría por su propia cuenta:
 “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir” (Jn. 16:13).

Ahora entendemos cómo fue que los escritores del Nuevo Testamento pudieron escribir, tanto los Evangelios, como los Hechos de los Apóstoles, las Epístolas y el Apocalipsis, gracias al ministerio del Espíritu Santo, porque como Persona, el Espíritu Santo habla. ¿No es cierto acaso, que para desempeñar estas funciones, el Espíritu Santo debe ser una Persona tan real como lo son Dios el Padre y Dios el Hijo? Solamente una persona puede enseñar, recordar y haber sido enviada por Dios mismo, recibir órdenes y cumplirlas.


Todos sabemos que hay una gran diferencia entre la energía, la fuerza y una persona, y que sus respectivas funciones no se pueden comparar. Una persona tiene sentimientos, deseos, ama, se alegra, se entristece, ambiciona, planea, habla, ríe, llora, aprende, enseña, dirige y guía. . . ¿Puede hacer esto mismo la energía o la fuerza?


• “Y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese carro”
 (Hch. 8:29). Note que el Espíritu Santo sabía cuál era la condición del etíope, lo cual implica que es tan Omnisciente como Dios el Padre y Dios el Hijo. Fue así como le dijo a Felipe que fuera a ese carro y supliera la necesidad del etíope que buscaba satisfacer su sed espiritual.

• “Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado”
 (Hch. 13:2). Lo mismo ocurrió en la iglesia que estaba en Antioquia. Allí estaba presente Alguien a quien los hermanos no podían ver con sus ojos físicos, el Espíritu Santo. Llegado el momento, el Espíritu intervino, indicando por nombre a dos hermanos, Bernabé y Saulo, para que fuesen enviados como misioneros. ¿Acaso no dijo nuestro Señor que Él estaría presente doquiera que se congregaran los suyos en su nombre? “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt. 18:20).

• El Espíritu Santo también es Creador. 
“Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas” (Gn. 1:2).

• Job dijo del Espíritu: 
“Su espíritu adornó los cielos; su mano creó la serpiente tortuosa. (Job 26:13).

• También dijo el patriarca de sí mismo:
 “El espíritu de Dios me hizo, y el soplo del Omnipotente me dio vida” (Job 33:4).

Ciertamente siendo Dios Trino, mediante el Espíritu Santo nuestro Señor estuvo presente en la reunión en Antioquia, aunque había ascendido al cielo mucho antes, tal como leemos en Hechos 1:10,11:
 “Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hch. 1:10,11).

Notamos que la Escritura nos dice que el Señor Jesucristo vendrá a la vista de los hombres, de la misma forma como ascendió. Esto todavía no ocurrió, pero estuvo presente con los suyos y sigue presente en medio de su Iglesia en esta generación. En la Gran Comisión dijo: 
“Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amen” (Mte. 28:20b).
También dice el texto sagrado: “Y mientras Pedro pensaba en la visión, le dijo el Espíritu: He aquí, tres hombres te buscan. Levántate, pues, y desciende y no dudes de ir con ellos, porque yo los he enviado” (Hch. 10:19,20).
Supongamos que el Espíritu Santo no fuera una persona, sino energía. De ser así podríamos leer en este pasaje: “Y mientras Pedro pensaba en esto, le dijo la energía: Levántate, pues, y desciende y no dudes de ir con ellos, porque yo los he enviado”.


Pero esta no fue la única ocasión en que Pedro se vio confrontado por el Espíritu. Pasó algún tiempo después de su experiencia en casa del gentil Cornelio, cuando tuvo que explicarle el asunto a los hermanos en la Iglesia de Jerusalén. Oigamos lo que dijo Pedro allá en Jerusalén: 
“Y he aquí, luego llegaron tres hombres a la casa donde yo estaba, enviados a mí desde Cesarea. Y el Espíritu me dijo que fuese con ellos sin dudar. . . ” (Hch. 11:11,12a) Pedro no declaró, “Y la energía me dijo. . . ”, porque la energía no dice nada, no habla, ni puede instruir a nadie.

Por su parte, el Espíritu como Persona, prohíbe y en ocasiones no permite realizar una labor determinada:
 “Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia; y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió” (Hch. 16:6,7). Los misioneros, en este caso, eran Pablo y Silas. Tenían sus planes, que incluían llevar la palabra a Asia, pero el Espíritu Santo se interpuso, prohibiéndoles seguir este itinerario. Luego intentaron ir a Bitinia, pero también aquí el Espíritu Santo volvió a prohibírselo.

Es obvio que el Espíritu Santo cumplía fielmente su misión - la de estar con los siervos del Señor y guiarlos en la obra misionera. Ellos en ningún momento dijeron, “Que una cierta. . . fuerza les impedía ir a tal o cual parte”. “Que tuvieron cierto presentimiento, precognición y por eso desistieron”. Tampoco declararon “Que un gobernante, procónsul o algunos hechiceros se lo prohibieron”. Sabían por seguro que era el Espíritu Santo, el mismo Señor, quien se los prohibía, o como en el caso de Pedro, cuando el Espíritu Santo lo animó para que no dudara en ir a la casa de Cornelio. Leemos en Romanos 8:14: 
“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios”. Todo cuanto hemos visto sobre el Espíritu Santo, nos demuestra que se trata de una Persona, tan Persona como lo es Dios el Padre y Dios el Hijo.

• El Espíritu Santo permanece para siempre (Jn. 14:16).


• Recuerda las Palabras de Cristo (Jn. 14:26).


• Testifica acerca de Cristo (15:26).


• Convence al mundo de pecado (Jn. 16:7,8).


• Guía a toda verdad (Jn. 16:13).


• Está presente en la congregación de los creyentes (Hch. 13:1-3).


• El Espíritu está en la Creación (Gn. 1:2).


• El Espíritu Santo estuvo presente en el Bautismo del Señor (Jn. 1:32).


• El Espíritu, junto con la Iglesia, le dicen 
“Ven”, al Señor (Ap. 22:17).

Los cristianos jamás debemos hacer causa común con quien niegue la Trinidad, no importa la razón. LA DOCTRINA DE LA TRINIDAD NO ES NEGOCIABLE.

 
(Continuará)
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