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EL EFECTO "SEMANA SANTA"
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EL EFECTO "SEMANA SANTA"

La época de semana santa es una de esas dos fechas en el año (la otra es Navidad), en las que mucha gente vuelve a poner de alguna manera a Dios en su “radar” de un modo diferente al que lo hace el resto del tiempo. Debido a que vivimos en una parte del mundo con una fuerte tradición cristiana, la cultura que nos rodea se encargará en estos días de hacer aparecer a Jesús crucificado en la pantalla de la atención, y esto es algo que quienes amamos a nuestro Señor no deberíamos desaprovechar. Aquí van algunas simples pero oportunas sugerencias:

No nos disgustemos por el hecho de que hay personas que solo se acuerdan de Dios en semana santa, por el contrario, valora la buena noticia de que al menos tendrán presente a Jesús y eso es una excelente oportunidad. Algunos cristianos desperdician tiempo, fuerzas, energías y argumentos en discutir. No es época de combatir, polemizar o juzgar la fe ni la práctica religiosa de nadie, es un momento ideal para hacer correr el verdadero mensaje de la cruz, para que haga efecto en los corazones tanto de aquellos que están un poco fríos en su relación con Dios como de quienes necesitan tener un encuentro crucial y revolucionario con Él. ¡Seamos agentes que usen su propia creatividad y el impacto del Espíritu Santo para lograrlo!

No nos enfoquemos sólo en el sufrimiento de Jesús. Si bien repasar y detenernos en cada uno de los tormentos que tuvo que atravesar nuestro Salvador nos ayuda a intentar dimensionar el costo real que te tuvo nuestra salvación, estos no son días para quedarnos empantanados en la imagen de un Cristo clavado y ensangrentado. La inevitable idea que debe embargar nuestro ser en semana santa tiene que ver con la espectacular victoria de la resurrección, evidenciada en una cruz vacía y en una tumba que corrió la misma suerte. Encarguémonos de festejar y hacer conocida la historia del más grande triunfo del que la historia haya sido testigo. Jesús es el gran vencedor. ¡Le ganó nada menos que a la muerte, resucitó y el hecho de que esté vivo le da sentido absolutamente a todo!

No nos distraigamos con la injusticia del Calvario, dejémonos impactar por el amor que sale de la cruz. En esa escena grotesca y casi no apta para menores, el Creador estaba gritándole a la humanidad de todos los tiempos que amar es dar sin condiciones. Ese día hubo detractores, envidiosos y gente que se alegró con la desgracia ajena. Lo de la noche anterior más que un juicio fue una farsa y decididamente hubo personas que al ver a Jesús colgado sintieron la satisfacción de la tarea cumplida; pero nada de eso puede desviar nuestra atención de la muestra de amor más contundente y absoluta que arrasa todo a su paso y no deja nada igual. ¡De tal manera amó Dios al mundo que fue capaz de permitir que su Hijo muriera ejecutado de la forma más cruel, vergonzosa y humillante de la época! Que el justo tenga que pagar por los pecadores suena como mínimo injusto, pero esa era la única manera en la que la justicia y el amor de Dios podían darse la mano de una manera coherente con su misma esencia. A fin y al cabo no importa tanto si lo llegamos a entender o asimilar, lo importante es que Dios nos amó tanto a nosotros y a la gente que vive alrededor nuestro que se sacrificó por amor. ¡No hablemos en semana santa de otra cosa que no sea de ese amor único!

No dejemos de celebrar que la deuda más importante e impagable de nuestra existencia fue sencillamente pagada y saldada por otro. En Mateo 18 se nos cuenta la parábola de alguien a quien se le perdonó una deuda imposible de pagar y acto seguido hizo cualquier cosa menos sonreír, ser feliz y buscar a sus familiares y amigos para festejar. Que estos días tan especiales para la cristiandad no nos sorprendan con sentimientos humanos que no hacen honor a la milagrosa manera en la que nuestros pecados pasados, presentes y futuros fueron perdonados. ¿Hace falta recordar que no existía forma bajo el cielo de acercarnos a Dios con posibilidades de relacionarnos con Él? Solo la cruz de Jesús lo logró. No es un acontecimiento más.

En esta época del año (no me preocupa ni discuto la fecha exacta) recordamos el nacimiento de la historia de nuestra salvación eterna. Que nuestro corazón, nuestro ánimo y hasta nuestro rostro muestren que estamos de fiesta, que estamos felices de ser hijos de Dios y de haber sido perdonados. Dediquémonos a contagiar los efectos gloriosos que bajan de esa cruz rociando de amor toda nuestra realidad.

Fernando Altare

__._,_.___

Enviado por: Hermano Alvaro <hermanoalvaro@gmail.com>
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