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La verdadera casa de Dios
#1
La verdadera casa de Dios

[Imagen: 10.jpg]
Si bien el Altísimo no habita en templos hechos de mano, como dice el profeta: “El cielo es mi trono y la tierra el estrado de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis? —dice el Señor—; ¿O cuál es el lugar de mi reposo? ¿No hizo mi mano todas estas cosas?” (Hechos 7:48-50)  

El capítulo 7 graba el sermón más largo del libro de Hechos. Es la brillante defensa de lo que creía Esteban, y es realmente una revisión de la historia del pueblo de Israel. Él contesta dos de los cargos que se presentan en contra de él, y él trae un tercer cargo que lanza en contra de la gente. Aquí en los versículos 48 a 50, argumenta que Dios mismo, mediante el profeta Isaías, ha predicho que el templo no siempre será un sitio adecuado para alabar a Dios. De hecho, ningún edificio lo será. Dios es más grande que los edificios. Dios es el que hizo todas las cosas, quien hace los materiales de los cuales está hecho un edificio, y quien hace a los hombres que construyen ese edificio. Dios no ha diseñado que se le haya de adorar en un edificio hecho por manos.

Es un punto importante el que hace. Siempre me ha trastornado la enseñanza generalizada de que un edificio puede ser llamado la casa de Dios. Deberíamos de trabajar diligentemente para evitar que nuestros maestros les digan eso a nuestros niños. Ningún edificio es la casa de Dios, ni nunca lo ha sido. Incluso el templo, como lo muestra aquí Esteban, no era justamente llamado la casa de Dios. Cuando una iglesia está llena de gente, quienes son efectivamente la casa de Dios (ya que el hombre es la casa en la cual Dios tiene la intención de vivir, tu cuerpo y mi cuerpo), hay un sentido en el que el edificio es la casa de Dios, porque Dios está ahí en Su gente. Pero cuando todos se van y las luces se apagan, el edificio no es más casa de Dios que cualquier otro edificio. No es más santo, no es más sagrado. No es nada más que un edificio, un edificio vacío a ser utilizado para el propósito para el cual sea necesario en el momento. No es la casa de Dios. Tú eres la casa de Dios. Esa es la gran verdad que Esteban intenta explicar a esta gente.

Padre, gracias que has escogido vivir con Tu pueblo y hacernos la casa de Dios. Oro que te encuentres totalmente a gusto en mi corazón.

Aplicación a la vida

¿De acuerdo con lo que dicen las Escrituras es preciso llamar a un edificio “la casa de Dios”? ¿Cuál es la verdaderamente asombrosa verdad sobre donde Cristo ha elegido vivir? ¿Cómo afecta esto a la manera en la cual consideramos Su posesión de Su residencia?

Ray Stedman
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