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RECUPERAR EL TEMOR A DIOS.
#1
Por: Neil Anderson

El apóstol Pablo expresó “ ....Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor...”.
 
El rey David también anhelaba ver que sus hijos conocieran el temor al Señor “ Venid, hijos oídme , el temor del Señor os enseñaré”. Salomón, el hijo más famoso de David, transmitió la enseñanza de su padre:” No envidie tu corazón a los pecadores, antes vive siempre en el temor del Señor”. Temer al Señor no es una fase del desarrollo que atravesamos. El temor al Señor es parte permanente de nuestro camino con Dios, que brota de corazones fervorosos que anhelan acercarse a Dios y ser como Él.
 
El estilo de vida del que teme a Dios difiere tajantemente de la conducta del que está dominado por otros miedos. Todos  pecamos, pero la gente temerosa de Dios se caracteriza por rectitud genuina. No tolera el pecado ni transa con el mundo. Cuando se les disciplina, se arrepienten rápidamente y cambian la manera en que viven

Esta búsqueda de la rectitud no es motivada por el miedo al  castigo, porque:” Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”. Antes bien, nace de la reverencia por Dios y del anhelo de tener una íntima relación de Padre a hijo, la cual es nuestra herencia en Cristo.

La persona dominada por otros miedos está impelida a conductas irracionales al contrario de la persona temerosa de Dios. Adán y Eva se escondieron, Abraham mintió para salvar su vida diciendo que Sara era su hermana. Isaac hijo de Abraham cometió el mismo pecado. Saúl trató de matar a David porque le tenía miedo. Saúl pecó porque temió al hombre más que a Dios.

Diez de los doce espías que exploraron la Tierra Prometida se aterraron con los gigantes y sus ciudades fortificadas. Este temeroso informe desvió a toda la nación israelita contra la Palabra de Dios. La desobediencia de ellos les costó ser enterrados en las arenas del desierto sin entrar a la Tierra Prometida.
 
Mentir. Conspirar. Dominar. Rabia. Odio. Rebelión. Pasividad: tales son las características del hombre o de la mujer controlados por fobias, pero el que teme a Dios es fiel y encuentra que hay gran recompensa al obedecer los mandamientos de Dios. La Escritura promete que el temor a Dios trae un tesoro de gran bendición a nuestra vida. Considere los siguientes beneficios para el que teme a Dios:
 
Guía para vivir:” ¿Quién es el hombre que teme al Señor? Él le enseñará el camino que ha de escoger”.
 
Intimidad con Dios:” La comunión íntima del Señor es con los que le temen, y a ellos hará conocer su pacto”.
 
Preservación en las pruebas:”He aquí, el ojo del Señor está sobre los que le temen, sobre los que esperan en su misericordia, para librar sus almas de la muerte, y  para darles vida en tiempos de hambre”.
 
Providencias para vivir:”Temed al Señor, vosotros los santos, pues nada falta a los que le temen. Los leoncillos necesitan y tienen hambre, pero los que buscan al Señor no tendrán falta de ningún bien”.
 
Amor de Dios:”Porque como la altura de los cielos sobre la tierra engrandeció su misericordia sobre los que le temen”.
 
Compasión de Dios:”Como el padre se compadece de los hijos, se compadece el Señor de los que le temen”.
 
Salud física:” No seas sabio en tu propia opinión, teme al Señor y apártate del mal. Porque será medicina  a tu cuerpo, y refrigerio para tus huesos”.
 
Sabiduría y conocimiento:”El temor al Señor es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia”.
 
Vida y paz:”La insensatez del hombre pervierte su camino, y luego contra el Señor se irrita su corazón”.
 
Prosperidad:” Riquezas honra y vida son la remuneración de la humildad y del temor al Señor”.
 
La Biblia está llena de promesas de Dios para la persona que teme al Señor. Cada una de las promesas brinda un antídoto contra el vecino de los miedos y ansiedad que dominan.
 
Las consecuencias de no temer a Dios son muy graves.  Así describió Pablo a los que no temen a Dios:
 
“ Como está escrito: No hay justo, ni aún uno, no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios , todos se desviaron , a una se hicieron inútiles, no hay quien haga lo bueno, no hay no siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta, con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios, su boca está llena de maldición y amargura, sus pies se apresuran para derramar sangre, quebranto y desventura hay en sus caminos, y no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos.”.
 
Temor a Dios más bien significa, estremecerse o temblar ante la presencia de un Ser santo, tan superior moralmente, tan alejado del mal que, en su presencia, la jactancia, el orgullo y la arrogancia de los seres humanos se desvanecen cuando nos inclinamos con humildad, reverencia y adoración silenciosas ante Aquel que está más allá del entendimiento.
 
Por esta razón, Prov. Declara:” El temor del Señor es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santo es inteligencia”. Toda comprensión correcta de la condición humana empieza por sentir la presencia de Dios en los asuntos humanos. Cuando falta el temor de Dios, prevalecen el mal, la corrupción y la violencia.
 
¿Qué podemos hacer para acercarnos más a Dios?
 
1.     Busque primero el reino de Dios.
 
Jesús dijo:”Porque los gentiles buscan todas estas cosas, pero vuestro Padre Celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
Así que no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.”
Cada vez que usted sienta el menor miedo o pensamiento ansioso, vuélvase a Dios orando como aconseja Pablo:”Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones  delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias”. Si lo que usted piensa no es verdad conforme a las Escrituras, entonces no lo crea.
 
2.     Discernir el temor a Dios basándose en las Escrituras.
 
Si conocemos verdaderamente a Dios y su Palabra, entendemos equilibradamente lo que significa temer al Señor.
 
Reciba. Atesore. De oído. Incline su corazón. Clame. Alce su voz. Busque. Procure. Eso no denota pasividad sino una búsqueda apasionada  de la verdad. Atesoramos los mandamientos de Dios cuando sabemos que son protectores, no restrictivos.
 
¿Qué haría usted si supiera con seguridad que por su patio corre una veta de oro puro? Si supiera que invertir tiempo y energía le produciría un tesoro que supliría sus necesidades materiales por el resto de su vida, ¿correría el riesgo? ¿Las largas horas de duro trabajo  y sacrificio transitorio valdrían la pena para ganarse tal tesoro?
 
Recuerde de nuevo las bendiciones que  vienen de conocer el temor del Señor: intimidad con Dios, guía, sabiduría, conocimiento, preservación y protección durante tiempos de prueba, providencias para vivir, el abundante amor y compasión de Dios. ¿Puede el oro garantizar estas cosas? Si buscamos con fervor los tesoros de la Tierra, ¿con cuánto mayor celo debiéramos buscar los tesoros del cielo?
 
En las crisis de cualquier decisión  ¿no es sabiduría lo que usted necesita? Considere cualquier preocupación que usted tenga tocante al futuro o las finanzas. ¿La sabiduría de Dios no disiparía de su pensar a toda confusión y distracción?  La mayor parte de nuestras luchas contra el miedo y la ansiedad desparecerían si recurriéramos  a la sabiduría de Dios. Recuerde, el temor al Señor es el comienzo de la sabiduría.
 
Lleva tiempo vencer las fobias y las ansiedades que están asentadas profundamente. Usted se verá tentado a pensar que la batalla es demasiado dura y no vale la pena tanto esfuerzo. Esos son los momentos en que necesita perseverancia y exhortación para no rendirse.
 
3.     Practique la presencia de Dios.
 
Nuestro crecimiento y protección espirituales requieren la presencia y el poder de Dios. Mientras más practiquemos la presencia de Dios, experimentaremos menos miedo y ansiedad. La batalla espiritual requiere poder espiritual. El diablo quiere que nos apoyemos en nuestro propio entendimiento y que vivamos conforme a la carne porque en la carne no somos rivales para él pero si andamos por fe en el poder del Espíritu Santo, no ejecutaremos los deseos de la carne. El  poder de Dios es desencadenado cuando somos llenos con el Espíritu Santo y permanecemos en Cristo.
 
No importa donde vayamos, Dio siempre está ahí. Practique su presencia aprendiendo a orar “sin cesar.”
Cada vez que surge una crisis, deténgase y ore. Cuando usted se detiene y busca al Señor orando, Él le librará de sus miedos.
 
4. Adore al Señor.
 
El Padre busca gente que le adore en Espíritu y en verdad. David dijo:”Los que teméis al Señor, alabadle, descendencia toda de Jacob, glorificadle, temedle, descendencia toda de Israel”.
 
La forma de adorar no es tan importante en la medida que su adoración de Dios sea impulsada por el Espíritu Santo y esté de acuerdo con la verdad de la Palabra de Dios. Usted puede adorar a Dios profiriendo alabanzas en el bosque  o postrándose en silencio ante Él en su dormitorio. Usted adora a Dios cuando (obedece) “todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres”. Usted puede adorar a Dios en cualquier parte a cualquier hora en la quietud de su corazón.
 
Nada disipa tanto una nube de desesperación en nuestra vida como la alabanza y la adoración. La adoración nos recuerda quién es Dios y quiénes somos nosotros  en relación a Él. El orgullo se deshace y la humildad florece en el corazón de la alabanza. La adoración es como un invernadero espiritual donde florecen el temor a Dios y el amor a Dios.
 
Tres de los mandamientos  más cortos de la Biblia siempre deben estar en los labios  de los que adoran a Dios continuamente:” Estad siempre gozosos, orad sin cesar, dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para vosotros en Cristo Jesús”.
 
5.     Conságrese a hacer la voluntad de Dios.
 
Suponga que la voluntad de Dios para su vida está al otro lado de una puerta cerrada. Usted no puede dejar  de preguntarse cuál es, pero ¿por qué quiere saberlo? Para decidir si va a estar dispuesto a cruzar o no la puerta. Si Dios es su Dios, entonces él tiene el derecho de decidir lo que está al otro lado de la puerta .Lo que nos da el valor para abrir la puerta y cruzarla es el convencimiento de que Dios es bueno y que Su voluntad para nuestra vida es buena.. No hay lugar más seguro que estar en el centro de su voluntad sin que importe lo difícil que parezca al comienzo.
 
6.     Desarrolle una actitud agradecida.
 
Tenemos tanto que agradecer. Todos merecíamos la condenación eterna pero Dios nos dio vida eterna. Nuestros pecados están perdonados. Dios suplirá todas nuestras necesidades  y le veremos cara a cara en la eternidad. Tenemos la seguridad de que Dios fue fiel ayer. Él es fiel hoy y será fiel mañana.
 
Una de las llaves que abre la oración es presentarse ante Dios con acción de gracias
 
 
EL VIAJE FINAL
 
A comienzos del siglo pasado había una pareja de misioneros que dejó su hogar en Norteamérica para llevar el evangelio al África. Trabajaron durante 50 años en el campo misionero. En el proceso vencieron dudas y temores. Dios se demostró fiel una y otra vez. Ahora era el momento de regresar a los Estados Unidos, y su fuerza física y recursos estaban casi agotados.
 
Luego de despedirse de su amada África y de todos sus amigos de la vida, abordaron un vapor para Inglaterra. Desde allá zarparon para Nueva York en una de las naves de la reina de Inglaterra y sucedió que la reina de Inglaterra estaba a bordo también.
 
Al entrar al puerto de Nueva York, el barco fue saludado por los remolcadores que dispararon sus cañones de agua, celebrando la llegada de la reina. La banda de los marines  de Norteamérica estaba ahí para saludarlos. Todos los pasajeros recibieron serpentinas. Se puso una alfombra roja en la planchada desde la calle al barco.
 
La banda guardó sus instrumentos y se enrolló la alfombra roja. Los pasajeros de primera clase desembarcaron enseguida, luego los de segunda y, por fin, los de tercera clase. Mientras esperaban turno en la cubierta, el misionero veterano se volvió  a su esposa en un momento de tristeza diciendo: "Mira, querida, no hay nadie que haya venido a esperarnos. Nadie para darnos la bienvenida a casa”.
Ella miró a su marido amado por 50 años y dijo:”¡Amor mío, aún no estamos en casa! ”.
 
“Pero tú, sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio. Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día, y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida  (2ª Timoteo 4:5-8)
 
ESTE MUNDO NO ES TU HOGAR

 
(Tomado de la lista de correo de "Siguiendos Sus Pisadas)  
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