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Recordando a los obreros para imitar su fe: Don Arcadio Modesto Salazar - Versión para impresión

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Recordando a los obreros para imitar su fe: Don Arcadio Modesto Salazar - Heriberto - 29-07-2010

Era un misionero con todas las letras, aunque no ostentaba "título ni carné habilitante", pero su labor lo definía como alguien que había sido enviado a la mies directamente por su Señor, sin “intermediarios" aparte de la iglesia en la que se congregaba.    

Recorría la Patagonia Argentina en un viejo Ford "A" que con sus propias manos había acondicionado como “casilla rodante” y pintado de un llamativo color verde, quizás para compensar el gris del escenario patagónico por el que se aventuraba. 

Viajaba desde Córdoba, y por aquel tiempo, al inicio de la década de los sesenta, no era tan fácil aventurarse por los caminos del sur argentino. Menos aún con una “chatita” (término con el que se solía designar a las camionetas de ese tipo) que aun para entonces ya era una llamativa antigüedad.  

Y no nos referimos a la mera posibilidad de sufrir alguna “incomodidad” durante la ardua travesía, sino de tener que asumir el  riesgo cierto que significaba el transitar miles de kilómetros por ásperas rutas de ripio (tierra y piedras) en medio de extensas soledades.  

Se trataba del hermano Arcadio Modesto Salazar, un simple siervo de Dios que merece ser recordado por sus obras de amor, aunque él mismo no procuraba reconocimiento alguno.  

Su preciosa carga de Biblias y folletos iba siendo distribuida en cada lugar que visitaba,  pero, además, conocía el Libro que llevaba  y al Autor del Libro, enseñando sana doctrina y animando a  los creyentes con el mensaje de la Palabra de Dios.   .    

Sus viajes, solo o acompañado de su esposa e hijos, lo llevaron hasta el extremo sur de nuestro continente, llevando la Preciosa Semilla  que a su tiempo dio, y seguirá dando aún, el fruto que este fiel obrero anhelaba para la Gloria del Señor,    .

Desde este espacio sencillamente recordamos así a nuestro apreciado hermano Modesto, quien descansa de sus trabajos en la presencia del Señor, y que merece que su fe también sea imitada por cada uno de nosotros.


RE: Recordando a los obreros para imitar su fe - el prof - 11-12-2011

El Señor Jesús dijo: “Yo soy la vid, y ustedes las ramas. El que permanece unido a mí, y yo
unido a él, da mucho fruto; pues sin mí no pueden ustedes hacer nada.”
Juan 15:5, 6. Versión Popular.

Este pasaje está estrechamente ligado a una promesa bíblica que el Señor ha colocado en la en
el Ministerio de Evangelismo y Misiones “Heraldos de la Palabra” el cual hallamos en el libro de
los Salmos: “Pídeme que te de las naciones como herencia y hasta el último rincón del mundo
en propiedad, y yo te los daré” (Salmos 2:8).

Son dos pasajes bíblicos que encierran un profundo significado. El primero, el mandado del
amado Hijo de Dios para que compartamos las Buenas Nuevas a todas las criaturas sin importar su
raza, idioma, ubicación geográfica o condición económica. ¡Todos y cada uno son llamados a la
Salvación por la predicación del Evangelio!
La segunda, llevarlas a formar parte del cuerpo de la Iglesia mediante el testimonio de su fe que
se materializa a través del testimonio, y la tercera, la instrucción de enseñarles los principios
contenidos en el Evangelio que conocemos como Doctrinas, las que deben hacerse reales en cada
creyente que las asume en una Vida Cristiana Práctica. Hacia ese objetivo nos enfocamos: que la
vida cristiana deje de ser mera teoría y religiosidad para que se torne algo práctico, evidente a todos

Si lo hacemos, tú y yo nos convertimos en agentes de cambio donde quiera que estemos.
Nuestra predicación será más efectiva porque antes que palabras, será realidad a través de los
hechos. Todos dirán: “En este hombre o en esta mujer hay algo diferente y yo quiero tenerlo también
en mi”. Habremos dado el primer paso, y el de mayor trascendencia, para que el Evangelio de
Jesucristo se difunda en el mundo. ¡La conquista del mundo comienza contigo!
Sigue adelante siempre, a pesar de los obstáculos que halles en el camino. No será fácil, pero
recuerda: tampoco imposible. ¡Tú fuiste llamado a ser vencedor en Cristo! Nada podrá detenerte. Y si
consideras que estás a punto de renunciar a todo, vuelve tu mirada a Jesús el Señor. Él te dará la
fortaleza necesaria para proseguir el camino.