25-12-2014, 04:47 PM
Estimados hermanos:
Les comparto que hace tres días, este 22 de diciembre, despedimos a una amada hermanita que el Señor dispuso llamar a su presencia.
Se trata de Antonella Maldonado que, a los trece años de edad, luego de soportar una dolorosa enfermedad por alrededor de dos años, finalmente partió para encontrarse con su Dios y Salvador a quien entrañablemente amó.
“Anto” como cariñosamente la llamábamos todos, recibió a Cristo desde temprana edad, habiendo caminado aquí con Él hasta el momento de su partida a la Patria Celestial.
Más allá de la tristeza del difícil momento, la esperanza viva de un seguro reencuentro inundó del gozo del Señor los corazones de sus padres, hermanos y familiares creyentes, así como del nuestro y de todos sus hermanos en la fe.
Anto soportó, con valiente entereza, la enfermedad que la aquejaba y los tratamientos a los debió ser sometida. Se caracterizó por su fortaleza de ánimo para superar las circunstancias adversas que le tocó vivir, tanto, que ya en sus últimos momentos, con decidida iniciativa, dejó instrucciones para la reunión de su despedida, y con total lucidez eligió personalmente los cánticos que deseaba que se cantaran, y que ella misma se anticipó a cantar. Fue así que en la sala velatoria resonaron solemnemente las estrofas del himno “Cuán grande es Ël” cuyo último párrafo reza:
Luego, en el Cementerio, cantamos el coro “Tomado de la mano con Él yo voy”, otra canción que ella solía cantar cuando se aproximaba su partida, pues confiaba con total certeza en la promesa del Señor: "Voy a preparar lugar para vosotros”.
A veces, cuando un ser amado es llamado por el Señor a tan corta edad, en este caso una preciosa hija que deja un gran vacío en el hogar familiar, y además en la congregación, surge una pregunta: ¿Por qué?
Sin embargo, durante la internación de Anto en la clínica donde se asistía, su testimonio y el de sus familiares fue de gran bendición para otros niños y niñas que, como ella, padecían de alguna enfermedad oncológica. Algunos de ellos, por la gracia del Señor creyeron en Él y le recibieron como Salvador. Después les tocó marcharse con el Señor, pero lo hicieron en Su paz y en Su gozo sabiendo en Quién habían confiado.
Y, en tal sentido, merece ser contada la historia de otra niña de 13 años que el Señor salvó de un modo especial, en medio de la prueba de Anto, por Su Gracia maravillosa. Al tiempo de convertirse esa niña se adelantó a partir al hogar celestial. Con todo, también creyó su mamá, y hoy se goza en los propósitos de Dios. (En otra ocasión compartiremos ese testimonio)
Les ruego sus oraciones a favor de los familiares de estos niños y niñas, y para que el Señor siga fortaleciendo a la familia Maldonado en la prueba que atraviesan por la separación de su amada Anto "Hasta que apunte el día y huyan las sombras”
Gracias por recordarlos en oración!
Heriberto
Les comparto que hace tres días, este 22 de diciembre, despedimos a una amada hermanita que el Señor dispuso llamar a su presencia.
Se trata de Antonella Maldonado que, a los trece años de edad, luego de soportar una dolorosa enfermedad por alrededor de dos años, finalmente partió para encontrarse con su Dios y Salvador a quien entrañablemente amó.
“Anto” como cariñosamente la llamábamos todos, recibió a Cristo desde temprana edad, habiendo caminado aquí con Él hasta el momento de su partida a la Patria Celestial.
Más allá de la tristeza del difícil momento, la esperanza viva de un seguro reencuentro inundó del gozo del Señor los corazones de sus padres, hermanos y familiares creyentes, así como del nuestro y de todos sus hermanos en la fe.
Anto soportó, con valiente entereza, la enfermedad que la aquejaba y los tratamientos a los debió ser sometida. Se caracterizó por su fortaleza de ánimo para superar las circunstancias adversas que le tocó vivir, tanto, que ya en sus últimos momentos, con decidida iniciativa, dejó instrucciones para la reunión de su despedida, y con total lucidez eligió personalmente los cánticos que deseaba que se cantaran, y que ella misma se anticipó a cantar. Fue así que en la sala velatoria resonaron solemnemente las estrofas del himno “Cuán grande es Ël” cuyo último párrafo reza:
“Cuando el Señor me llame a su presencia
Al dulce hogar, al cielo de esplendor,
Le adoraré cantando la grandeza,
Le adoraré cantando la grandeza,
De su poder y su infinito amor.”
Luego, en el Cementerio, cantamos el coro “Tomado de la mano con Él yo voy”, otra canción que ella solía cantar cuando se aproximaba su partida, pues confiaba con total certeza en la promesa del Señor: "Voy a preparar lugar para vosotros”.
A veces, cuando un ser amado es llamado por el Señor a tan corta edad, en este caso una preciosa hija que deja un gran vacío en el hogar familiar, y además en la congregación, surge una pregunta: ¿Por qué?
Sin embargo, durante la internación de Anto en la clínica donde se asistía, su testimonio y el de sus familiares fue de gran bendición para otros niños y niñas que, como ella, padecían de alguna enfermedad oncológica. Algunos de ellos, por la gracia del Señor creyeron en Él y le recibieron como Salvador. Después les tocó marcharse con el Señor, pero lo hicieron en Su paz y en Su gozo sabiendo en Quién habían confiado.
Y, en tal sentido, merece ser contada la historia de otra niña de 13 años que el Señor salvó de un modo especial, en medio de la prueba de Anto, por Su Gracia maravillosa. Al tiempo de convertirse esa niña se adelantó a partir al hogar celestial. Con todo, también creyó su mamá, y hoy se goza en los propósitos de Dios. (En otra ocasión compartiremos ese testimonio)
Les ruego sus oraciones a favor de los familiares de estos niños y niñas, y para que el Señor siga fortaleciendo a la familia Maldonado en la prueba que atraviesan por la separación de su amada Anto "Hasta que apunte el día y huyan las sombras”
Gracias por recordarlos en oración!
Heriberto