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DIA SABADO
#1
Sábado
Leer con oración:
Jn 12:1-8; 21:15-17; 2 Co 5:14-15; 1 P 5:1-3
 
“Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto”(1 P 5:2)
Pastorear A Las Personas Con Amor
Para pastorear al rebaño de Dios es fundamental amar al Señor y a las personas. Para ello es necesario desarrollar una relación íntima con el Señor, pues sin Él no lograremos amar, de hecho y en realidad, a las personas. Si usted es una persona de oración, que tiene comunión con el Señor, que invoca Su nombre en todo momento, que depende de Él y busca Su dirección, tendrá una estrecha unión con Él, que es la cabeza de la iglesia (Col 1:18), y, consecuentemente, una relación fuerte con los miembros de Su Cuerpo.
Tomemos el ejemplo del tejido: todo tejido tiene hilos en dos direcciones, tanto en la vertical como en la horizontal, por eso no se rompe fácilmente. Debemos tener comunión con Dios (vertical) y también con los hermanos (horizontal). Necesitamos tener esas dos direcciones; eso hace que nuestro servicio al Señor sea un “tejido fuerte” que impide que algo nos “rompa”. Por amor a los hermanos, los servimos y vivimos en comunión con ellos. Como miembros del Cuerpo de Cristo, sabemos cuánto necesitamos los unos de los otros miembros. Por un lado sabemos la parte que nos compete en el Cuerpo, cumplimos con nuestra responsabilidad y, entonces, somos edificados. Por otro lado, respetamos y valoramos la porción y la función de los demás hermanos. Eso es algo que trae armonía y belleza al Cuerpo de Cristo.
Si hay amor, no serviremos al Señor para querer destacarnos, o para ganar algo; más bien serviremos sin ningún otro interés. Servimos por amor, porque somos constreñidos por Su amor (1 P 5:2; 2 Co 5:14-15). Hoy, si nos damos por la iglesia, si servimos a los hermanos, es porque amamos al Señor, porque Él es muy precioso para nosotros y porque estamos muy agradecidos. Ese fue el tipo de amor al Señor que llevó a una mujer pecadora a quebrar un vaso de alabastro carísimo, de nardo puro, para ungir los pies del Señor con el ungüento que contenía (Jn 12). Para muchos eso fue un desperdicio, pero para ella fue sólo un símbolo de cuán valioso le era el Señor. El Señor es valioso para nosotros cuando nos derramamos para Él.
El servicio al Señor tampoco debe ser por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto. Es decir, no debemos servir al Señor esperando recibir de los hombres algo a cambio. Tampoco cuide a los hermanos reclamando por todo o quejándose de todos a sus espaldas. ¡Todo lo que haga para el Señor, hágalo de corazón, de buena voluntad!
El apóstol Pedro también dijo que pastoreáramos el rebaño de Dios no como teniendo señorío sobre los que están a nuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey (1 P 5:3). No seamos señores de los hermanos, pues sólo hay un solo Señor, sólo uno es la cabeza: ¡Jesús! Claro que podemos ayudar a los hermanos y aconsejarlos, debemos llevarlos a tener el hábito de consultar al Señor primero, de vivir en el espíritu, dependiendo del Señor en todas las cosas, y oírlo. ¡Recordemos siempre que los hermanos son las ovejas del Señor!
Punto Clave: Pastorear el rebaño de Dios de buena voluntad.
Pregunta: ¿Cómo debemos servir y pastorear a las personas?
La Iglesia en Armenia
¡Jesus es el Señor!
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