17-11-2015, 12:21 PM
Queridos Hermanos:
Nuestro amigo Jorge Ignacio se ha despedido del foro, y lamentamos que lo haya hecho sin estar preparado para enfrentar la eternidad, con todo lo que significa para los que rechazan la gracia de Dios.
Es cierto que el mensaje de la cruz es incisivo y urgente. No debemos gastar nuestro tiempo en entretener a los perdidos en peligro de condenación y muerte eterna.
Imagínense a un enfermo que necesita recibir con urgencia un medicamento que le puede salvar la vida, rechazando ese remedio porque no sabe cómo se desarrolló la fómula química del mismo, o no conoce el laboratorio que lo fabricó
Un náufrago a merced de las olas a quien alguien le alcanza un salvavidas, se aferrará de él sin muchas averiguaciones sobre su fabricación o sobre las cualidades de la persona que se lo acercó. Pero es triste que el ser humano, una criatura de Dios, rechace Su Palabra y se arriesgue a pasar la eternidad en el lago de fuego, sin reparar en el engaño de Satanás, que le ciega vilmente su entendimiento.
Qué horroso destino para quien, habiendo escuchado el mensaje de Dios para su salvación y dicha eterna, decide seguir por el camino ancho que lleva a la perdición.
No queremos eso para Jorge Ignacio, por lo que oraremos al Señor para que le abra sus ojos y acepte que "en ningún otro hay salvación; porque no hay otro Nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos." (Hch.4:12)
Nuestro amigo Jorge Ignacio se ha despedido del foro, y lamentamos que lo haya hecho sin estar preparado para enfrentar la eternidad, con todo lo que significa para los que rechazan la gracia de Dios.
Es cierto que el mensaje de la cruz es incisivo y urgente. No debemos gastar nuestro tiempo en entretener a los perdidos en peligro de condenación y muerte eterna.
Imagínense a un enfermo que necesita recibir con urgencia un medicamento que le puede salvar la vida, rechazando ese remedio porque no sabe cómo se desarrolló la fómula química del mismo, o no conoce el laboratorio que lo fabricó
Un náufrago a merced de las olas a quien alguien le alcanza un salvavidas, se aferrará de él sin muchas averiguaciones sobre su fabricación o sobre las cualidades de la persona que se lo acercó. Pero es triste que el ser humano, una criatura de Dios, rechace Su Palabra y se arriesgue a pasar la eternidad en el lago de fuego, sin reparar en el engaño de Satanás, que le ciega vilmente su entendimiento.
Qué horroso destino para quien, habiendo escuchado el mensaje de Dios para su salvación y dicha eterna, decide seguir por el camino ancho que lleva a la perdición.
No queremos eso para Jorge Ignacio, por lo que oraremos al Señor para que le abra sus ojos y acepte que "en ningún otro hay salvación; porque no hay otro Nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos." (Hch.4:12)