• 0 voto(s) - 0 Media
  • 1
  • 2
  • 3
  • 4
  • 5
Historia de la Iglesia (47)
#1
"LA IGLESIA PEREGRINA"
Por Edmund Hamer Broadben

Capítulo 12
(1635–1750)

El hilo de pensamiento de los místicos en la Iglesia Católica Romana influyó en la vida de un joven, Jean de Labadie, nacido en Burdeos en 1610, y educado por los jesuitas con vistas a convertirlo en un miembro de su Compañía. Insatisfecho con sus estudios teológicos, Labadie se volvió al Nuevo Testamento y quedó profundamente impresionado por la grandeza del Evangelio. Además, él se dio cuenta de cuán corrupto se había vuelto el cristianismo, y concluyó que el camino a la restauración sólo era posible por medio de un regreso al modelo de la primera asamblea en Jerusalén. Habiendo sido ordenado sacerdote (1635), él sintió que su ordenación no provenía de un Obispo, sino de parte del Señor mismo, quien lo había llamado desde el vientre de su madre para reformar la Iglesia Cristiana.

Comprendió que debía apartarse de los jesuitas, con quienes aún no estaba vinculado del todo. Sin embargo, no parecía haber ninguna posibilidad de desenredarse incluso de la posición en la cual ya se encontraba. Se había involucrado demasiado como para regresar, de manera que se encomendó en las manos de Dios y esperó a que él le mostrara el camino. Una seria y prolongada enfermedad hizo que los jesuitas renunciaran a la idea de que él alguna vez se convirtiera en uno de sus miembros, y él pudo abandonar Burdeos y su antiguo ambiente. Sus actividades en Burdeos habían llegado a ser tan exitosas que, con el consentimiento del Arzobispo, él aceptó un llamado y comenzó a enseñar primero en París y luego en Amiens.

Muchas personas se sintieron atraídas a sus predicaciones. Su método consistía en leer un pasaje de la Biblia, incluso varios capítulos, y luego explicarlos. La gente comenzó a renunciar a sus rosarios y a dedicarse al estudio del Nuevo Testamento del cual Labadie hizo circular muchos ejemplares. Enseñaba que el Evangelio es la única norma de fe y piedad, y que el estilo de vida de los cristianos primitivos es el modelo para todos los tiempos.

Con el permiso del Obispo se fundó una “congregación” o “hermandad”, la cual consistía sólo en aquellos que habían sido vivificados.
Ellos se reunían dos veces a la semana para la meditación, y leían la Biblia en sus propios hogares. En este círculo él manifestó su ferviente deseo de que, según el tiempo de Dios, llegara el momento en que la Iglesia fuera restaurada a su condición original, a fin de que fuera posible leer la Palabra de
Dios allí, predicar conforme a la costumbre de la iglesia original (1 Corintios 14) y tomar la Cena del Señor tanto con la copa como con el pan.

Perseguido con persistencia por los jesuitas, Labadie abandonó Picardía y viajó a Guyena, su lugar de nacimiento, acompañado de varios miembros de la hermandad como una asamblea ambulante. Allí se encontró con la enseñanza de Calvino, la cual estudió, creyendo que entre las congregaciones Reformadas encontraría a un pueblo que vivía para Dios y actuaba conforme a los principios del Evangelio en doctrina, adoración y estilo de vida. Él descubrió que todas las convicciones más importantes y decisivas que él había recibido las había obtenido por medio del estudio de la Escritura, mientras aún se encontraba en la Iglesia Católica Romana, y no por medio del estudio de las obras de Calvino. Aquí Labadie escuchó acerca de los esfuerzos hechos en el siglo XVI por Le Fèvre, Briçonnet, Roussel y otros más para reformar la Iglesia. La continua persecución lo obligó a ocultarse entre los Carmelitas y en los castillos de sus admiradores, donde se relacionó con familias que pertenecían a la Iglesia Reformada, familias por cuyas vidas y enseñanza él se sintió impresionado.

Él había intentado servir y sanar a la Iglesia de Roma, pero se dio cuenta de que se encontraba en oposición irreconciliable con su clero. Él esperaba que al unirse a la Iglesia Reformada tendría la libertad de confesar públicamente las verdades que Dios había puesto en su corazón. Al sentir un acuerdo general con la enseñanza de la Iglesia Reformada, Labadie ingresó en ella en 1650 en Montauban, pero lo hizo con la convicción de que su disciplina era indulgente y su práctica indigna.

Como sus esfuerzos por reformar la Iglesia Católica Romana habían sido resistidos, ahora sintió el llamado de traer la reforma a la Iglesia Reformada. En sus escritos y prédicas, Labadie demostró que el poder de una reforma externa y una vida piadosa yacía en una vida interna de comunión con Dios, y escribió instrucciones detalladas en lo referente a la oración y la meditación. La meta constante del cristiano, decía él, debe ser la conformidad de su voluntad a la voluntad de Dios; o sea, una unión con Dios. Su amor por Dios debe ser desinteresado e incondicional; él amaría y glorificaría a Dios aun si Dios lo hubiera tenido por perdido.

Obligado a salir de Montauban, Labadie pasaba por Orange, pero el presbiterio de la iglesia allí lo persuadió a quedarse. Con la ayuda de los miembros, se dispuso a hacer una reforma total, de manera que aquella fuese realmente una Iglesia “Reformada”. Y en gran medida se logró.

Al cabo de menos de los dos años, debido a las amenazas de Luis XIV que hacían peligrosa su estancia incluso en los territorios del príncipe de Orange, él aceptó una invitación de la iglesia francesa en Londres de convertirse en su ministro. Al temer pasar por Francia, Labadie viajó a través de Suiza. Sin embargo, en Ginebra él fue disuadido de continuar su viaje por lo que se quedó como predicador en la iglesia de aquel lugar (1659).

Su predicación resultó ser tan poderosa que la desidia que había seguido el gobierno estricto de Calvino fue inmediatamente refrenada y hubo un retorno a la justicia que afectó la condición moral de la ciudad en general. Una bendición más especial se alcanzó por medio de las lecturas de la Biblia que se celebraban en su propia casa, donde un grupo de jóvenes se reunía en torno a él y él les enseñaba “la sana doctrina y la vida piadosa” como “las dos manos” del cristiano. Uno de los jóvenes que recibió ayuda por medio de estas lecturas de la Biblia fue Felipe Jakob Spener.

En 1661, Labadie recibió una invitación para ir a Holanda, de algunas personas que eran conocidas por su testimonio cristiano sincero. Entre ellas estaban Voet, van Lodensteyn y Ana María van Schürman, quienes le pidieron que aceptara el cargo de predicador en la iglesia en Middelburg donde Teelinck había ejercido un ministerio de un poder y bendición extraordinarios.

Desde la liberación de los Países Bajos del yugo español, por medio de la lucha heroica dirigida por William de Orange, estos se encontraban más adelantados que sus vecinos, tanto en la libertad religiosa como en la prosperidad material, y se habían convertido en el escenario y centro de intensas actividades espirituales.

La Universidad en Franecke era famosa por el aprendizaje y la piedad de sus profesores. El que originó mucho de este empeño e interés en asuntos de religión fue Willem Teelinck, nacido en 1579, cuyo padre ocupó un cargo prestigioso en la administración del país. Teelinck viajó y estudió durante siete años en Francia, Escocia e Inglaterra. En Londres se puso en contacto con familias puritanas, donde lo que él escuchó y leyó lo condujo a un cambio de vida. Luego pasó tiempo en oración, y decidió renunciar a sus estudios legales a fin de dedicarse exclusivamente al ministerio de la Palabra.

Teelinck vivió algún tiempo con una familia en Bamburgh donde observó una vida de oración y de buenas obras como nunca antes había visto o imaginado posible. La oración habitual y la lectura de las Escrituras con exposición en el hogar, las acciones de gracias y las conversaciones alrededor de la mesa, las alabanzas, la asistencia a las reuniones en las cuales los siervos y los niños se mostraban tan interesados como los encargados del hogar, la inagotable bondad, el cuidado de los enfermos y necesitados —todo esto ejerció una gran influencia sobre él, que afectó toda su vida.

A su regreso a Holanda, Teelinck trabajó con mucho éxito en la predicación, en visitar a otros y en sus escritos. Todo esto, junto con su ejemplo piadoso en su vida personal y en su casa, ocasionó un avivamiento general. Los últimos dieciséis años de su vida los pasó en Middelburg donde murió en 1629. Él había sentido profundamente el carácter meramente nominal del cristianismo reformado. Le parecía que en su propio país este era hasta cierto punto un cuerpo sin vida, luz ni calor. Fue por ello que se dedicó por entero a su reforma real. Aunque para ello confiaba principalmente en los medios espirituales, siguió creyendo que donde no se pudieran eliminar los errores fundamentales mediante estos medios, se hacía necesaria la ayuda del estado. Gisbert Voet (Voetius), quien continuó con la enseñanza de Teelinck, desempeñó un papel activo en las controversias teológicas de su tiempo y fue capaz de defender la Iglesia Reformada frente a todos los que se opusieron a ella, y llegó a conocerse como su miembro más distinguido. Él introdujo la práctica de celebrar asambleas o reuniones fuera de los servicios regulares de la iglesia, en las cuales también participaban los laicos. Estas reuniones fueron desarrolladas por Jodocus van Lodensteyn, un discípulo de Voet, quien también había estudiado en Franecke. Bajo su caluroso aliento las reuniones se convirtieron en una parte importante de la vida religiosa del país.

Retomando el tema de Labadie: una invitación de parte de semejantes personas y con condiciones aparentemente tan favorables le llamó tanto la atención que, a pesar de muchos esfuerzos por mantenerlo en Ginebra, él se trasladó a Holanda. El viaje era peligroso. No obstante, para ese entonces un grupo de ochenta valdenses se encontraba en Ginebra y, estando provistos de pasaportes, iban al Palatinado (Pfalz). Tres de ellos demoraron en Ginebra por enfermedad, y Labadie y sus amigos, Yvon y Dulignon, viajaron en su lugar sin ser detectados.

En Heidelberg se les unió Menuret, y allí los cuatro hicieron voto de santificarse completamente; de negar al mundo con sus deseos, bienes, placeres y amigos; de seguir a Jesucristo, pobre, despreciado y perseguido, a fin de crecer en su semejanza y llevar su cruz y afrenta; de consagrarse a Dios y a su Evangelio, primeramente practicándolo ellos mismos para luego poder ayudar a los demás a que también lo hicieran.

Al llegar a Holanda, ellos fueron primero a Utrecht donde fueron invitados a la casa de Ana María van Schürman. Allí fueron calurosamente recibidos por ella, por Voet y otros, y se quedaron en ese lugar diez días. Durante este tiempo Labadie predicó con un poder y un efecto marcado. Su anfitriona quedó cautivada con su enseñanza, pero Voet y van Lodensteyn se dieron cuenta de que el espíritu de Labadie era muy diferente del que había tenido Teelinck. Se preguntaban si él y ellos lograrían trabajar juntos, y dudaban de que el mundo pudiera ser sacado de la Iglesia por completo como Labadie realmente pensaba que sería posible.
Aun en esta etapa temprana, las diferencias entre los sistemas presbiterianos e independientes comenzaron a mostrarse; el primero era practicado por la Iglesia Reformada, el otro estaba más de moda en Inglaterra, y era el que Labadie aprobaba con cada vez más claridad.

Los independientes negaban la autoridad de los Sínodos, al considerar a cada congregación directamente por debajo de Cristo y responsable ante él, mientras que las Iglesias Reformadas francesas y holandesas habían organizado un sistema de Sínodos semestrales, a los cuales cada iglesia enviaba dos representantes, quienes luego le comunicaban a la iglesia las decisiones del Sínodo. La Iglesia Reformada le daba gran importancia también al oficio y los derechos de sus predicadores así como a su instrucción para tal oficio.
Los fracasos que ellos observaban en el cuerpo de ministros entre otros grupos, tales como los menonitas, eran para ellos una confirmación de su punto de vista. Los independientes no reconocían ningún oficio de la iglesia como esencial en lo absoluto ni nombrado por Dios. Ellos consideraban, al igual que Labadie, que una iglesia es una congregación de personas que creen, y que esa fe proveía el fundamento necesario de enseñanza y testimonio.

(Continuará)
  Responder


Posibles temas similares…
Tema Autor Respuestas Vistas Último mensaje
  Historia de la Iglesia (4) Heriberto 2 3,132 04-11-2015, 12:36 PM
Último mensaje: Heriberto
  Historia de la Iglesia (67) Heriberto 4 4,238 11-11-2014, 11:59 AM
Último mensaje: Heriberto
  Historia de la Iglesia (66) Heriberto 0 2,291 12-08-2014, 07:19 PM
Último mensaje: Heriberto
  Historia de la Iglesia (65) Heriberto 0 2,077 11-08-2014, 04:09 PM
Último mensaje: Heriberto
  Historia de la Iglesia (64) Heriberto 1 3,417 07-08-2014, 01:43 PM
Último mensaje: Heriberto
  Historia de la Iglesia (63) Heriberto 0 2,209 04-08-2014, 01:11 PM
Último mensaje: Heriberto
  Historia de la Iglesia (62) Heriberto 0 2,566 02-08-2014, 10:32 PM
Último mensaje: Heriberto
  Historia de la Iglesia (61) Heriberto 0 7,712 01-08-2014, 07:11 PM
Último mensaje: Heriberto
  Historia de la Iglesia (60) Heriberto 0 2,341 31-07-2014, 03:59 PM
Último mensaje: Heriberto
  Historia de la Iglesia (59) Heriberto 0 2,561 29-07-2014, 09:30 PM
Último mensaje: Heriberto

Salto de foro:


Usuarios navegando en este tema: 1 invitado(s)