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El Nuevo Nacimiento
#1
Una de las más importantes doctrinas enseñadas por el Señor Jesucristo, ha sido la menos observada al momento de evangelizar. Es triste ver como hay congregaciones que buscan validarse con el filtro más característico de la corriente humanista y ese es el número de miembros de la congregación.

Piensan que la cantidad de miembros es el catalizador que hay que tomar en cuenta para validarse sin considerar que el Señor Jesucristo, usó sólo a doce y muy estrechamente a tres y qué con la fuerza de su Santo Espíritu expandió el evangelio por el mundo conocido desde pentecostés

Hay muchos que se dicen cristianos; congregaciones enteras que hablan y creen en Jesucristo y sus miembros se cuentan por miles, pero. ¿Cuántos son verdaderos creyentes? El Señor Jesucristo hizo claras advertencias y señalamientos de que habría falsos cristos y quienes le dirían “Señor, Señor…” y ni siquiera los conocería muy a pesar de su criterio de predicar e incluso arrojar demonios en su nombre a los cuales llama “hacedores de maldad”. El apóstol Pablo advirtió de falsos maestros que enseñarían doctrinas extrañas a la verdad revelada por Dios en la Biblia.

Para ello, la palabra de Dios narra uno de los pasajes más leídos, pero más ignorado al momento de propagar las buenas nuevas y es el pasaje que marca, más claramente, la pauta en el nuevo testamento, de lo que significa el verdadero cristianismo o discípulo de Cristo o seguidor de Cristo. Hay miles de pastores, ministros, sacerdotes y maestros de la Biblia que bien pueden ser representados en este pasaje en la persona de Nicodemo y también las observaciones que haya de su persona, necesariamente repercutiría en los seguidores de sus enseñanzas, por lo que indudablemente nos incluye a todos los que enseñamos o recibimos la enseñanza de nuestros respectivos líderes religiosos. Este pasaje toma suma importancia y actualidad, porque define si somos de los que desconocerá el Señor cuando estemos en su presencia o nos dará la bienvenida en su reino celestial; este pasaje puede ubicarnos en la realidad que aun cuando hayamos pensado que estábamos en lo correcto, realmente estábamos engañados o no.

El pasaje está tomado en el evangelio según San Juan, capítulo 3 versículos del 1 al 21.

El V.1) Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos.

Comienza narrando que un fariseo, principal entre ellos, fue a buscar a Jesús de noche. Un fariseo era un maestro de la ley, alguien que conocía el pentateuco y los profetas, libros del antiguo testamento, como pocos. Era un líder, entre los líderes religiosos. Era el equivalente a un obispo de ahora, un pastor, anciano, presbítero o reverendo como se titulan ahora los hombres don dados a la iglesia por Dios.

El venir de noche a verlo, evidenciaba las dudas que tenían de Jesús y sabiéndose influyentes del pueblo, no querían hacer nada que pudiese hacerlos ver comprometidos con él, sin saber más; así que vino de noche, vino a buscarlo con la intención de que nadie lo viera e investigar más.

El V.2) Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.

Es muy revelador, porque confiesa que como él mismo, varios “maestros” religiosos creen que Jesús vino de Dios y que las señales o milagros que ha hecho son la base que tienen para así pensarlo.

En otras palabras, el origen de su fe, se fundamentaba en lo que sus ojos veían y no era para menos, pues las portentosas señales eran inegables, sin embargo, no deja de ser curioso que Nicodemo haya manifestado su fe basado en las señales que hacía, porque hubo muchos, de ese mismo grupo, que vieron los milagros del Señor y no le creyeron, tanto es así, que lo mandaron matar. Si uno lee con calma el pasaje de Juan 11 en donde el Señor resucitó a Lázaro, narra como a pesar de tan portentosa señal, testigos presenciales de los fariseos que estaban allí, también gritaron a Pilato “¡Crucifícale!”. Más curioso me parece que ahora muchas llamadas iglesias, busquen avalarse con “milagros” dentro de sus tiempos de culto para motivar a sus feligreses la fe, cuando la evidencia contundente muestra que al parecer no fue suficiente para estar de lado del Maestro.

En mis tiempos de evangelista de transporte urbano de pasajeros, me subía con un amigo a cantar y predicar el evangelio y me gustaba preguntar a la gente:

“¿Hay alguien aquí que no crea en Jesús?” No sé cuántos camiones abordé en el transcurso de casi 3 años, pero nunca escuché a nadie decirme: “Yo no creo” y es que en mi país, en algunas ciudades decir eso, sería como desprestigiarse y ser visto de “mala” manera; pues socialmente, decirse cristiano es aceptable.

La palabra cristiano tiene incluso conotaciones de identidad general, es decir cuando alguien quiere hacer referencia a un grupo nutrido de personas, se les llama “cristianos” y uno puede oír frases como: “el camión volcó y dejó a muchos cristianos heridos” y no se refiere a su convicción de fe en realidad, sino que esa palabra entró al lenguaje como un modismo o forma de referirse a cualquier persona, aunque no lo sea.

Esto es una muestra de la enorme cantidad de personas que se dicen creer en Jesús y muchas que son llamadas cristianas por nombrarlas de alguna manera coloquial y con dejo de sarcasmo.

El siguiente versículo que analizaremos, es muy revelador, porque ante la declaración de fe de Nicodemo al Señor, le hace un comentario que puede incluir a muchos de los que se dicen creer en Jesús, por los mismos motivos; la respuesta a esta declaración de fe, recibió una respuesta inmediata del Señor el cual le contesta de manera inesperada…

V.3) “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios

Este versículo, debe cuestionarnos a todos los que hemos dicho que creemos en el Señor Jesucristo, en lo personal y como congregación. Nos debe desafiar a entender ¿De qué está hablando el Señor? Porque parece que creer basado en señales no basta; parece que no hay para que hacer tanta parafernalia motivando a la fe para “ver el reino de los cielos”.

Debemos notar que la fe de Nicodemo se basó en las señales que “vio”. ¿A qué se refiere el Señor, entonces con “ver el reino de los cielos”? Porque no es de esa fe de la que está hablando el Señor. Incluso y muy claramente, el Señor le dice que para “ver el reino de los cielos” hay un requisito muy importante y ese es “nacer de nuevo”.

Luego entonces, nacer es lo importante. Nicodemo también lo entendió así y por eso muestra su interés en el nuevo nacimiento.

V.4) Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?

Nicodemo, no entiende de qué le está hablando el Señor al referirse al nuevo nacimiento y por eso le hace una pregunta lógica ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? “Jesús, ¡¿Me estás diciendo que debo entrar al vientre de mi madre para volver a nacer?!” Digo que la pregunta es muy lógica, porque al decir que debemos volver a nacer, implica entonces que debimos haber experimentado un primer nacimiento. Obviamente es imposible volver a nacer físicamente y sólo por ello, debe ser otro tipo de nacimiento y que no sea físico.

El Señor tiene que ampliar entonces su explicación y lo hace en el verso 5 confirmando así nuestra interpretación.

V.5) Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.

“De verdad, de verdad” Esta expresión es “amén, amén”, que implica un énfasis que señala que lo que va a decir es tan tremendamente cierto, que tiene repercusiones muy importantes y está pidiéndole de su atención absoluta y la de nosotros, los que nos decimos cristianos, los que decimos que nuestra religión es cristiana.

Y añade: El que no naciere de agua y DEL Espíritu, no puede entrar en el reino de los cielos. Parece más confuso, aparentemente, porque si no entendíamos acerca del requisito de nacer de nuevo, ahora le aumenta nacer de agua, pero en realidad, si lo analizamos con calma, no lo es. En realidad está ampliando la explicación y lo vamos a ver más adelante, pero hay que observar, previamente que el verso 3 dice “ver el reino de los cielos” y el 5 “entrar en el reino de los cielos”. ¿Cómo se puede entrar a algún lugar sino se ve dónde está primero? Ya vimos que no es por lo que los ojos físicos vean y tampoco por lo que se piense debe ser, pues el mismo Nicodemo lo ve como “maestro” y no como “el Mesías” anunciado. Este ver y entrar, tiene que ver con otra esfera de la realidad que Nicodemo no percibe, es una realidad espiritual.

Para entender bien este versículo, debemos explicarlo en partes y está compuesto de 3 frases u oraciones:

1.- Nacimiento de agua
2.- Nacimiento del Espíritu.
3.- Reino de los cielos


La importancia de entender esto, es trascendental, pues estamos hablando del acceso mismo del reino de los cielos y cuando uno habla de “reino”, implica necesariamente al Rey del cielo y que no es otro que el mismo Dios único, verdadero y eterno.

1.- El nacimiento de agua.

Muchos lo han interpretado como el bautizo de agua, pero esta interpretación no es correcta, ya que en el contexto del pasaje y de la escritura no tiene soporte. Muchos, para tener sustento en su doctrina de salvación por el bautizo de agua, han confundido el bautizo del Espíritu, con el bautizo de agua que el Señor señaló como acto de obediencia y declaración pública de su fe, pero inecesaria para salvación. Pues de otra manera no podríamos decir que fue salvo el ladrón crucificado al lado del Señor, al cual le prometió estaría con él en el paraíso ese mismo día ante su manifestación de fe al verlo como Dios y no se bautizó con agua.

No, de esta agua no ésta hablando el Señor.

Hay algunas razones de peso que nos señalan otra interpretación y no más.

i) Para nacer de nuevo, es nacer primero y no hay nadie que no lo haya hecho de mujer. Pues Dios no excluye a ningún ser humano y cualquiera puede nacer de nuevo.
ii) Nicodemo le hizo una pregunta en relación al nuevo nacimiento y el Señor debe responder en línea a esto.
iii) Por la explicación continuada en el versículo 6.

V.6) Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.

“Lo que es nacido de carne, carne es…” Los que nacemos de mujer, hemos nacido de carne y venimos de la placenta la cual tiene agua. Esta disposición por parte de Dios y al mismo tiempo oportunidad; es dada sólo para los seres humanos, no ángeles que no nacieron, sino que fueron creados por su palabra, porque el Señor sólo vino a salvar al hombre.

Podemos decir entonces que toda la humanidad por entero, cumple con el primer requisito, ha nacido de carne, ha nacido de agua, pero para ver y entrar en el reino de los cielos, se necesita del nuevo nacimiento. Es por ello que la respuesta del Señor ante la declaración de Nicodemo de su fe, no es suficiente. Es indispensable nacer del Espíritu.

2.- El nacimiento DEL Espíritu.

No debemos perder de vista la necesidad de ver y entrar en el reino de los cielos y hay una clara explicación en otra parte para creer en el Señor de la manera adecuada, el pasaje está ubicado en el evangelio de Juan, capítulo 16, donde el Señor caminando con sus discípulos les pregunta acerca de la manera en que lo veían las personas del pueblo. Hubo respuestas muy variadas.

Le dijeron que era un profeta, un maestro, etc.

El Señor intenta que se percaten ellos mismo de cómo lo ven a Él. Así que después de escucharlos…

Mateo 16:15 El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
16 Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
17 Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos
.

Esta declaración de fe es producto de una obra de Dios en Pedro y esta convicción de fe es la confirmación de que ha visto el reino de los cielos donde Jesús como el Hijo de Dios, es Rey. Ojo, en este momento de la historia, Pedro no ha recibido el Espíritu Santo aun, será un acontecimiento que tendrá verificativo en pentecostés junto con los demás apóstoles. Pero para ver al Señor de manera adecuada, recibió “revelación” de Dios, para “ver” al Señor Jesucristo, quién es el Rey del reino de los cielos al que se refiere cuando habla con Nicodemo.

El “ver” de Pedro, no fue por las señales que hizo el Señor Jesucristo, este ver de Pedro surge por la revelación de Dios. Pedro no se contorsiona o cae desmayado o comienza a balbucear diciendo incoherencias, ni tampoco vomita o tiene ataques de risa incontrolada. Sólo declara lo que Dios le ha dado por revelación y tampoco escuchó voces que le hablaron diciéndole esto, sino que le fue “revelado” por Dios, trayéndole convicción de la seguridad expresada en sus palabras “Tu eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”.

Los programas o campañas evangelísiticos que no contemplan la obra de revelación en el que ha de creer, utilizan medios distintos al debido y no tienen reparo en valerse de sugestión, “señales prodigiosas”, convencimiento forzado por medio de argumentos, amenazas o chantajes y en lugar de traer verdaderos convertidos a Cristo, solo traen feligreses a un religión o secta humana que no traerá convicción real y en cuanto la emoción pase, lo más seguro es que se alejen y haya sido un desperdicio de tiempo, dinero o esfuerzo, pero este sería el mejor de los casos, ya que hay quienes se quedan y terminan por ser legalistas o reprimidos amargados que contaminan más a las personas que están junto a ellas, motivando el ateísmo o religiones contemplativas que tienen más nexos demoniacos y que no pueden discernir, pues no tienen espíritu que les advierta con quién se asocian. O sencillamente dan tan pésimo testimonio de los asuntos del reino, que los oyentes no les interesa nada relacionado con Dios y su palabra, poniéndolos en una postura mucho peor que antes, pues se cierran a escuchar en otra oportunidad. No digo que esté perdido todo, porque el Señor es Todopoderoso y puede cambiar esto, pero no va a ser fácil.

El espíritu del anticristo, por supuesto, va a impedir a toda costa que esta realidad de la verdadera conversión tenga lugar y promueve el cristianismo cuyo origen de su fe está en la vista y lo que humanamente se perciba, sin la auténtica revelación de Dios. El ecumenismo religioso, es la mejor representación de estos falsos maestros y miembros de congregaciones que cuentan entre sus filas con millares y el cual solo produce doctrinas de hombre sin Dios y que predica a un dios que no es más que una marioneta cuyos hilos pueden ser movidos de acuerdo al pragmatismo filosófico actual y que significa, creer y seguir lo que el corazón caído del hombre sienta. La torre de Babel de antaño, se vuelve a erguir con estas sectas que se unen y enarbolan la bandera de una religión falsa que prostituye los principios y preceptos que Dios nos dejó en su santa palabra, donde las filosofías humanistas desplazan la verdad revelada y la llamada “Nueva Era”, que de nueva no tiene más que el nombre, encuentran cobijo y buen ánimo. Pues buscan hacerse atractivos para el hombre, sin buscar agradar a Dios.

Nicodemo, no puede “ver” para creer el testimonio de Dios sin la intervención del Espíritu Santo, su fe está basada en lo que ve físicamente, no por revelación divina.

El V.7) No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. V.8) El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.

No debe ser extraño ver y percibir los efectos que aire hace a su paso cuando se mueve; así tampoco, debe ser extraño los efectos que se producen en los que son movidos por el Espíritu Santo, pues se notan los movimientos en la vida de quienes nacen de nuevo por obra del Espíritu Santo.

¿Cuál sería este efecto que produce el Espíritu Santo en el creyente por revelación divina?

Una conciencia de Dios diferente, una convicción de pecado en el creyente y un deseo por conocer a Dios de manera real.

Pero ¿Cómo es? ¿Cómo nace uno de nuevo? Esta es la pregunta más importante de consultar.

V.9) Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto?

“¿Cómo puede hacerse esto?” Todos estamos acostumbrados a hacer algo para obtener algo ¿No es cierto? Bueno pues en el plan de Dios es muy distinto. Dios sabe que hay cosas que podemos hacer y otras no.

Por eso necesitamos la obra de Dios para que actúe en nosotros y capacitarnos para hacer lo que sin ello jamás podríamos hacer y más adelante el Señor lo explica más claramente.

Pero la respuesta del Señor no puede ser más ilustrativa del problema de Nicodemo en que podemos estar muchos de los que nos vemos a nosotros mismos como maestros o líderes religiosos de las congregaciones en las que servimos, el Señor le dice:

V.10) “¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?

Y para fines prácticos deberíamos quitar la palabra “Israel” y colocar a cualquier religión o secta en la que cada uno enseñe. Imaginemos que la pregunta, el Señor Jesucristo se la hace, por ejemplo a un smithiano “¿Eres tu maestro mormón y no sabes esto?” otro “¿Eres tu maestro católico y no sabes esto?” o evangélico, testigo de Jehová y agréguele cada quien la doctrina que elija o profese o se dice enseñar o profesar. Pero esto afecta también al que recibe la instrucción, porque si el maestro no sabe ¿Se imaginan como anda el pueblo?

El hombre sin la obra del Espíritu Santo, no puede conocer a Dios que es Espíritu. Pues el Espíritu crea un espíritu en el hombre para que pueda conocer y entrar en el reino de los cielos, un corazón espiritual que le permiten comprender las cosas espirituales, la fe, el amor la justicia y la verdad de manera diferente y hacer lo que por su naturaleza caída estaba impedido a hacer.

Es entrar al reino en el cual Jesucristo es el Rey de la gloria y el nuevo hombre es capaz de aceptar. Por eso el Señor le dice a Nicodemo y nos lo está diciendo a nosotros:

Juan 3:11 De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio.
12 Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?
13 Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo
.

No es posible creer sin la acción de Dios en la vida del hombre o mujer que Dios quiere mostrarse. Por ello, necesita una revelación espiritual.

3.- El reino de los cielos

Todo reino tiene un rey y el Rey de los cielos no es otro que Dios mismo, es decir, el Señor Jesucristo, el cual dijo de sí mismo:

Juan 14:6 Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.
7 Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto
.

Siendo que el Señor Jesucristo vino al mundo y nadie puede saber mejor del reino de los cielos que quién haya venido de ahí, su testimonio tiene mucho peso y él dijo que era el camino. Cuando él dice que él es el camino implica que no hay otro y si no hay otro ¿Qué son las diferentes denominaciones “cristianas”? En ninguna parte del evangelio de Cristo, dado por los 4 evangelistas que lo escribieron se muestra que el Señor haya querido traer alguna denominación o religión o institución o grupo religioso. El Señor no trajo religión alguna.

Si alguien necesita un camino para ir a Dios, tiene que ir a Jesucristo de manera única y exclusiva.

La escritura dice:

1 Timoteo 2:5 Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre,

No sólo es el único camino, es el único mediador, así que tu pastorado no sirve más que para llevar al infierno a las almas, si no señalas al Señor Jesucristo y su palabra como el único camino para ir a Dios y si no enseñas sólo su palabra como la única verdad de Dios dada a los hombres. Llámese presbiterianos, evangélicos, católicos, mormones, testigos de Jehová o como quieras llamarte, no estás con el verdadero Dios. Es más, ¿Para qué quieres tu denominación si no te lleva, ni llevas a nadie al reino de los cielos? Curioso que la Biblia no mencione en ninguna parte denominaciones para avalar su postura y eso es porque un verdadero cristiano ha nacido de nuevo para seguir a Cristo nada más y eso tan sencillo de entender que no necesita otro nombre más que discípulo de Cristo y no como un título, sino como el resultado de una acción continuada. El único título que la gente les dio, en la iglesia primitiva o insipiente fue la de “cristianos” y eso porque su doctrina y carácter mostraba a su Maestro.

No se puede ver el reino de los cielos, dice el Señor en el verso 3 y tampoco se puede entrar en el reino de los cielos, según el verso 5, sin la obra del Espíritu Santo según el contexto de los versos 8, 11 y 12.

Los versículos 14 y 15, muestra la necesidad del sacrificio del Señor en la cruz para la remisión de nuestros pecados, ya que siendo un Dios Justo, no puede dejar de ministrar castigo, así que el Señor Jesucristo es dado, para recibir la ira justa de Dios que había sobre el pecado.

El verso 16, muestra el amor de Dios y el remedio contra la perdición eterna es para todos los hombres, pero se vuelve eficaz solo para aquellos que no resisten la obra del Espíritu Santo y creen en Jesús como el enviado de Dios y su muerte de cruz como el pago suficiente y completo por el pecado del creyente.

El 17 enseña que Dios no quiere condenar al mundo en el infierno y la prueba de ello es Cristo mismo, el 18 nos habla de la condenación que sufrirán los que no le creían a Dios y no sólo porque no aceptan el pago o el perdón y amor de Dios, sino porque al no creerle a Dios lo llaman mentiroso, mostrando que le han creído más al Diablo que a Dios, el diablo que los ha engañado haciendo ver siempre a Dios como alguien lejano, con despropósitos sobre el hombre, como el “aguafiestas” de la vida; cosa que no es cierta, sino todo lo contrario, busca que el hombre viva en la plenitud de su plan perfecto.

La escritura dice claramente que para nacer de nuevo y en ello implica obtener una naturaleza diferente se necesita hacer una cosa:

Juan 1:12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.

Dios engendra un espíritu nuevo y corazón nuevo en aquel que cree en el Señor Jesucristo por la revelación de Dios. Es un nacer espiritual y su corazón es cambiado a uno capaz de vivir en santidad y se cumple la profecía del Ezequiel quien dijo…

Ezequiel 11:19 Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne, 20 para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios.

¿Es posible resistir esta obra? El Señor Jesucristo dijo:

Juan 3:19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.
20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas.
21 Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios
.

Después de pentecostés, el Espíritu Santo viene en aquellos que han aceptado que Cristo Jesús es el Mesías anunciado, es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo y han hecho efectivo el pago de su muerte en la cruz y que confían en su resurrección, pues vive y con ello da esperanza y paz de saberse que su obra tiene cabal cumplimiento.

Hay congregaciones que la palabra “pecado” ha quedado en desuso y hasta la prohíben mencionar, “no sea que se ofendan” piensan muchos y la han cambiado por “error”. Yo diría “horror”, porque no llaman al pecado como Dios lo ha llamado y endilgarle orígenes involuntarios a la perversión humana, es anular la responsabilidad del hombre ante sus acciones que lo colocan en dirección misma del infierno, es el desviar a la humanidad de la única esperanza que tiene de salvación, regeneración y transformación para una vida abundante y plena en el servicio al Dios verdadero.

Una cosa es caminar y tropezarse cayendo accidentalmente y otra muy distinta hacer algo que va en contra de la Voluntad de Dios. Un evangelio que no habla del pecado del hombre, es otro evangelio del cual advirtió el apóstol Pablo:

Gálatas 1:8 Mas si aún nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.

El evangelio debe mostrar que Cristo Jesús vino para salvar a los pecadores del juicio justo que van a padecer en el infierno, sino se arrepienten de sus pecados, confesándolos arrepentidos y piden misericordia al Señor para que los perdone, haciendo válido el sacrificio de la cruz del Señor Jesucristo, el cual murió y resucito trayendo reconciliación perpetua con Dios y recibiéndolo en su corazón para nacer de nuevo a una vida renovada y regenerada:

Tito 3:5 nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, 6 el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador,

Otra clara referencia a la salvación y la manera de obtenerla, aclarando que no es por obras de nuestra autoría, sino por el lavamiento que tiene lugar en la regeneración y la renovación que el Espíritu Santo realiza en el creyente que le ha sido revelado la identidad de Jesús y no tiene nada que ver con los milagros o señales que presenció Nicodemo por parte de Jesús, para que su fe haya obrado para su salvación.

Amigo y amiga que lees este mensaje. Te invito a que revises si la enseñanza que recibes o que enseñas es la que en la palabra de Dios tiene sustento, porque es posible que como Nicodemo, también estés equivocado y estés profesando una fe que no nace por la revelación de Dios a Cristo como el único camino, verdad y vida que nos lleva al auténtico Dios, quién es Señor del reino de los cielos.

Dios te bendiga y te revele a su Hijo, si es que no lo ha hecho aún.
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