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LA SEGURIDAD DE LA SALVACIÓN
#1
OBJECIONES RECIBIDAS EN CUANTO A LA SEGURIDAD DE LA SALVACIÓN:

En muchos círculos cristianos, la frase, "Él nunca fue realmente salvo para comenzar," parece ser utilizada en exceso en un esfuerzo por defender la extendida enseñanza de la seguridad eterna. Esto se cita generalmente en relación a una persona religiosa, aparentemente salva (tal vez aún por muchos años), que luego se vuelve al adulterio, la avaricia, borracheras y/o otros pecados similares o doctrinas heréticas que niegan su pasada profesión cristiana. También se ha utilizado con ciertos personajes Bíblicos como el Apóstol Judas Iscariote, quien en su conducta han manifestado algo similar.
Aunque esta frase tiene cierta validez basándonos en Mat. 7:21-23, no cubre todos los casos.
Inadvertidamente, el proponente de la seguridad eterna incondicional (o sólo seguridad eterna), que utiliza (y aún ABUSA de) esta frase, ha dedicado poco o ningún tiempo a considerar la vida del Patriarca David y/o a meditar en pasajes como 1 Cor. 6:9,10 y Apoc. 21:8. ¡Sin duda, David comenzó como un ultra-comprometido hijo de Dios, cuando fue capacitado para matar a Goliat, el guerrero enemigo, con una piedra al tiro de su honda, porque así confiaba en su Dios (1 Sam. 17:50) y aún antes de esto, mató un león y un oso (1 Sam. 17:36); sin embargo, años después, cuando ya era Rey de Israel, ¡cometió
adulterio y exitosamente planificó la muerte del esposo de la mujer (2 Sam.
11) para evitar que su pecado fuera abiertamente conocido! ¡Más aún, David vivio una mentira por lo menos nueve meses, tiempo durante el cual su hijo concebido en pecado nació, porque no fue sino despues de ese momento que él se arrepintió debido al confrontamiento de Natán!


Con todos estos hechos en mente, ¿podría uno decir correctamente acerca de David, que "El nunca fue realmente salvo para comenzar", porque cometió los pecados de adulterio y asesinato? ¡Obviamente no! ¿Entonces, por que esta fatula y Escrituralmente-inconsistente defensa de la mitica enseñanza de hoy acerca de la seguridad eterna, continúa siendo regularmente pronunciada como una hermética e irrefutable respuesta, por aquellos que han sido testigos de un Cristiano Bíblicamente definido de nuestro tiempo, que ha muerto
espiritualmente frente a sus ojos de seguridad eterna? La respuesta es obvia -- porque lógicamente, si podemos encontrar aunque sea un ejemplo de una persona que fue salva y que después perdió su salvación, ¡entonces su amada enseñanza no es nada más que una falsa seguridad enseñada bajo la bandera de la gracia y la obra acabada de Cristo!


Debemos citar también que, sin excepcion, ninguno de los sexualmente inmorales y los asesinos, heredarán el reino de Dios, de acuerdo a 1 Cor. 6:9,10 y Apoc. 21:8, esto es, a menos que se arrepientan. El anterior pasaje lée: "¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? no erreis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios." Recuerde además que debemos siempre interpretar el Antiguo Testamento a la luz del Nuevo Testamento. ¡Por lo tanto, las actuaciones de David de adulterio y asesinato lo hubieran excluído ciertamente del Reino de Dios, si él no se hubiera arrepentido, según el Apóstol Pablo! Creer otra cosa es rechazar la evidencia Bíblica en cuanto a esto.


La verdadera enseñanza de la gracia es muy bien descrita en Tito 2:12: "Enseñándonos que, RENUNCIANDO a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente."

Además de David, hay otros ejemplos Bíblicos que arrojan luz espiritual sobre la frase "El/Ella no fue realmente salvo/a para comenzar."


Otro ejemplo es 1 Tim. 5:14,15 el cual lée: "Quiero, pues, que las viudas jóvenes se casen, crien hijos, gobiernen su casa; que no den al adversario ninguna ocasión de maledicencia. Porque ya algunas se han apartado en pos de Satanás." ¡Por favor, observe que uno no puede "apartarse en pos de Satanás," a menos que antes estuviera siguiendo a alguna otra persona! Ya que sólo hay otra posibilidad, las viudas de las que Pablo escribió ¡tienen que haber sido seguidoras de Jesús antes de que se apartaran en pos de Satanás! Además, el versículo 11 declara que esas mismas viudas tuvieron "dedicación a Cristo."
Claramente entonces, su "dedicación a Cristo" llegó a su fin o murió.
Entonces comenzaron a "ir en pos de Satanás." ¡Este es el registro Bíblico gústenos o no!


¡En contraste con Pablo, muchos proponentes de la seguridad eterna de nuestro tiempo, si hubieran estado presentes entonces, se hubieran visto obligados a comentar que aquellas mismas viudas "nunca fueron realmente salvas para comenzar," o abandonar su amada doctrina! Pablo, sin embargo, aclara esto para todos los tiempos, para todos los que tenemos "oídos para oír."

Otra refutación es Santiago 4:4b el cual lée, "Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios." Observe como Santiago declara que uno puede "constituirse" enemigo de Dios. Uno, o es salvo, o no es salvo; con Jesucristo, o contra El; un hijo de Dios, o un enemigo de Dios. Ahora, para que uno se "constituya" enemigo de Dios debe implicar que uno era, justo antes de esa condición espiritual, un hijo de Dios. No hay ninguna otra condición espiritual en la cual se pueda estar. ¡Además, un hervor de
fuego consumirá a todos los enemigos de Dios (Heb. 10:27)! ¡Así que, si uno se "constituye" enemigo de Dios luego de su anterior condición espiritual de salvación, entonces no puede ser salvo más, especialmente si el hervor de fuego lo va a consumir! ¡Además, el argumento "una vez hijo, siempre hijo" es refutado por la posibilidad de que una persona salva se constituya "enemiga de Dios"! En otras palabras, Santiago cita en forma condensada que un
Cristiano puede llegar a amar el mundo y mostrarse como persona que ya no es salva. ¡El también describió lo que le sucedió a Demas (2 Tim. 4:10)! Esto es también una respuesta para los que dicen, basándose en el Antiguo Testamento, que "Cristo está casado con los que se apartan," pero se les olvida decir, ¡"Yo repudié a la rebelde Israel y me divorcie de ella precisamente por el adulterio, cometido," Jer. 3:8!


Para citar otra prueba Escritural similar que refuta esta pregunta de la seguridad eterna, por favor considere lo siguiente:
La Parábola del Sembrador declara que hay cuatro tipos diferentes de personas que oyen la Palabra de Dios. El segundo tipo que se menciona "crée por un momento, pero en el tiempo de la prueba se aparta", Luc. 8:13. En Mat. 13:21, la explicación para este tipo de persona nos es dada: "Pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza." Este tipo de persona no
sigue viviendo espiritualmente, aunque una vez hubo vida producida por la Palabra de Dios y fe personal, como demuestra el contexto. También, el significado Escritural para "tropieza" (en algunas versiones dice "se aparta") en el contexto, es muere, como lo evidencian las plantas marchitas. "Tropezar" o "apartarse" es igual aquí a dejar de "creer". En resumen, esas personas, después de haber creído a través de la Palabra de Dios de tal manera que produjo vida, dejaron de creer (lo cual va unido a 'marchitarse'). ¡Si alguien dice de tales personas que "nunca fueron realmente salvos para comenzar", contradice la clara enseñanza de Jesucristo!

Por otra parte, en cuanto a esta misma parábola, los maestros de la seguridad eterna están incorrectos al decir que fue una "fe falsa" la que esas personas tuvieron, ya que no perduró. Amigo, ¿cómo podría una fe falsa producir vida espiritual? ¡Obviamente no puede!

Finalmente, algunas veces 1 Jn. 2:19 es incorrectamente aplicado al enseñar: "El nunca fue realmente salvo para comenzar". Este versículo dice: "Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubieran sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros." En cuanto a este pasaje, por favor, considere lo siguiente:


1. Si la interpretación de seguridad eterna incondicional (SEI) acerca de 1 Jn. 2:19 fuera correcta, entonces nunca podríamos saber en este momento si alguien fue verdaderamente salvo, o sólo un Cristiano profesante, que puede no ser salvo.


2. Si la interpretación de SEI acerca de este versículo clave es correcta, entonces, ¿cómo pueden haber por lo menos catorce claros ejemplos Bíblicos de personas que de hecho experimentaron una genuina salvación, y luego se apartaron de Cristo hasta el punto de experimentar muerte espiritual? ¡Esto también seria imposible! Por lo tanto, al permitirle al contexto inmediato de 1 Jn. 2:19 y a estas otras Escrituras interpretar la Escritura en cuestión, debemos rechazar el punto de vista SEI acerca de este versículo. ¡Sin duda,
Saúl, Salomón y los discípulos anónimos de Jn. 6:66, eran todos salvos y más tarde se apartaron de Dios y nunca retornaron a El! Con todo lo antes mencionado en mente, 1 Jn.2:19 no puede, por lo tanto, ser un principio espirtual, como muchos lo utilizan, sino un ejemplo específico.


[Los fragmentos son tomados de nuestro libro The Believer's Security: Conditional or Unconditional? (La Seguridad del Creyente, ¿Condicional, o Incondicional? en Inglés).]
El verdadero plan de salvación es arrepentimiento para con Dios y fe en Jesucristo (Hechos 20:21). Probamos nuestro arrepentimiento a través de nuestras obras (Hechos 26:20). El Señor Jesucristo enseñó que el camino a la vida es "difícil" y sólo unos "pocos" lo encuentran (Mt. 7:13,14). Muchos se salvan, pero después se apartan. (Luc. 8:13; Jn. 6:66; 1 Tim. 1:19; etc.). En otras palabras, después de la salvación inicial debemos perseverar hasta el "fin" para entrar al reino de Dios y escapar del lago de fuego. (Mt. 10:22;
Heb. 3:14; Apoc. 2:10,11). La vida eterna llega al arrepentido en el momento en que crée en Jesucristo para salvación (Jn. 3:16; 6:47; 1 Jn. 5:12,13), pero hay otro aspecto importante de la vida eterna del que muchos no están concientes en nuestro tiempo por las falsas enseñanzas de seguridad eterna. De acuerdo a la verdadera enseñanza de la gracia, la vida eterna es también una ESPERANZA (Tito 3:7), todavía por ser COSECHADA (Gal. 6:8,9) en el SIGLO VENIDERO (Marc. 10:30) sólo para aquellos que PERSISTEN EN HACER EL BIEN (Rom. 2:7) y NO SE DESANIMAN Y DAN POR VENCIDOS (Gal. 6:9).

Si una persona salva siembra para satisfacer su naturaleza de pecado, morirá espiritualmente (Rom. 8:13; Gal. 6:8,9). El hijo pródigo es un claro ejemplo de esto (Luc. 15:24,32). El resultado final del pecado es la muerte espiritual, así que NO SE DEJEN ENGAÑAR (Santiago 1:14-16


Por la enseñanza de salvo siempre salvo, la gracia se ha enseñado como una licencia para la inmoralidad durante tanto tiempo, y sin retos, que cuando la Escritura es citada, como por ejemplo 1 Cor. 6:9,10 o Apoc. 21:8, es desatendida, y el que presenta la Palabra de Dios es falsamente acusado de enseñar legalismo, esclavitud, obras, etc. ¡Esto refleja cuán verdaderamente oscuros son los días en que vivimos!

La pregunta de la PRUEBA DEL ACIDO para saber si un ministerio o iglesia local está enseñando una licencia para la inmoralidad, como lo condena Judas 3,4 es: ¿Permite la verdadera gracia ir al cielo a los sexualmente inmorales? ¡Si su respuesta es "SI," evítelo como al virus del SIDA! Sentarse bajo la influencia de esta enseñanza podría significar que su alma y las almas de sus seres queridos terminaran eternamente condenadas como resultado. Auspiciar y promover ministerios y enseñanzas así es ser cómplice de las obras malignas (2 Jn. 9-11). ¡Esto incluye sus donaciones financieras! Escape de cualquier ministerio o congregación así y estimule a otros a hacer lo mismo antes de que sea muy tarde eternalmente.

RESPUESTA:

La escritura señala apropiadamente que “el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1ª Co.2:14)

Todos los que hemos alcanzado una fe preciosa por la justicia de Dios y Salvador Jesucristo podemos ser capaces de discernir que todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad (la salvación eterna incluida) nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de Aquel que nos llamó por Su Gloria y excelencia (2ª P.1:1-3)

Hemos entendido que la justicia basada en las obras de la ley está totalmente fuera del alcance del hombre “pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo” (Gá.2:21)

Por lo tanto, no aceptamos la incompatible mezcla de ley, gracia y obras que nuestro interlocutor intenta imponer como imprescindible para la salvación
Pero veamos en detalle algunos de los argumentos señalados en el escrito:
El primer ejemplo citado para pretender sustentar la teoría falaz de que la salvación se puede perder es el de Judas Iscariote.
El autor ignora que el tal Judas jamás fue un hijo de Dios. Ser discípulo no es lo mismo que ser cristiano, mal que les pese a quienes suelen confundir los términos. El Señor mismo, en Juan 17:12, califica claramente a Judas como “el hijo de perdición” aún cuando éste todavía no se había manifestado como traidor. Y ya mucho antes había dicho de él: “Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar” (Jn.6:64) Judas fue siempre un incrédulo. Para Judas el Señor Jesús fue sólo su maestro, no su Salvador. (Mt.26:25) Su problema no radicaba meramente en sus malas obras sino en la fuente que las engendraba: Su corazón depravado que nunca fue transformado.
Por lo tanto, Judas se perdió porque nunca había sido salvo.

El segundo ejemplo citado en el escrito que refutamos es el de David.
Observemos lo que la Escritura declara de David: “Hallé a David mi siervo. Lo ungí con mi santa unción... Mi verdad y mi misericordia estarán con él... Él me clamará: Mi Padre eres tú, mi Dios, y la roca de mi salvación... Para siempre le conservaré mi misericordia, y mi pacto será firme con él. (Sal. 89:20-24-26-28)
“Si dejaren sus hijos mi ley, y no anduvieren en mis juicios, Si profanaren mis estatutos, y no guardaren mis mandamientos, Entonces castigaré con vara su rebelión, y con azotes sus iniquidades, más no quitaré de él mi misericordia, ni falsearé mi verdad. No olvidaré mi pacto, ni mudaré lo que ha salido de mis labios. Una vez he jurado por mi santidad y no mentiré a David”
¿Nos dice algo esta promesa de Dios? David fue un hijo de Dios, y por consiguiente siempre siguió siéndolo, más allá de sus errores. El ultra-comprometido, (vocablo empleado por el autor del escrito) no fue David sino Dios, a quien David creyó.
No confundamos nunca la disciplina que Dios nos imparte en la tierra como hijos, con el castigo eterno que les espera a quienes nunca lo fueron.

Ahora detengámonos en los pasajes que se pretenden usar como argumento de la pérdida de salvación: 1ª Co. 6:9,10 : “No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis, ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios” Ap,. 21:8 : “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda”

Ahora bien, ¿Alguien asume que estos pasajes aluden a los hijos de Dios? Sigamos leyendo para descubrir cómo califica Dios realmente a sus hijos: “Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el Nombre del Señor Jesús, y por el espíritu de vuestro Dios.” (1ª Co.6:9)

Cuando un pecador ha creído con fe en el Señor Jesucristo para salvación, nunca más será considerado a la vista de Dios como “pecador” sino como justo, en virtud de la eficacia de la obra del Señor en la cruz y su sangre preciosa allí derramada.
Es verdad que algunos se llaman hermanos, y como no han sido regenerados de verdad practican todo tipo de pecados, según 1ª Co.5:11. Pero llamarse hermano no es igual a serlo.
¿Y si el que peca es un verdadero creyente? ¿Pierde su condición de hijo de Dios?
La justicia penal de Dios ha sido satisfecha por la obra de Su Hijo en la cruz. Todos los pecados del creyente han sido tratados allí, pasados, presentes y futuros. “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Ro.8:1
“Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió, más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. (Ro.8:33-34)
El problema de los que insisten con la pérdida de la salvación es que suponen que respaldamos la libertad de pecar, lo cual es completamente falso.
Lo que no debe ignorarse es que el creyente, aunque nunca perderá su condición de hijo de Dios, si acaso ofende al Padre, sin dejar de ser tratado como hijo recibirá como tal la disciplina merecida. “Y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por Él, Porque el Señor al que ama disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo.
Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? (He.12:5-7)

No debe mezclarse lo que se refiere al efecto penal de la justicia de Dios, (asunto definitivamente resuelto en virtud de la sangre de Cristo) con las dificultades de relación familiar entre el hijo y el Padre, que no ponen en riesgo la salvación, pero para resolverlos el Señor Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote, intercede por nosotros.

Otro ejemplo superficialmente citado en el artículo aludido, es el de la situación de las viudas jóvenes (1ª Ti.5) que se encontraban en las siguientes situaciones:

1) Algunas evidenciaban ausencia de vida espiritual “Pero la que se entrega a los placeres, viviendo está muerta” (Vs.6) Si estaba muerta espiritualmente en sus delitos y pecados, nunca había recibido la vida de Dios, a pesar de frecuentar el círculo de la iglesia.
2) Otras, impulsadas por sus deseos se rebelaban contra Cristo queriendo casarse, incurriendo así en condenación por haber quebrantado su primera fe.
Se han hecho muchas conjeturas a la hora de interpretar este asunto, y por mi parte prefiero no basarme en especulaciones extra-bíblicas. Pero hay algo claro que surge del mismo pasaje: El problema no estaba en que querían casarse, pues “honroso es en todos el matrimonio” (He.13:4) sino en que querían casarse impulsadas por sus deseos.
Quien actúa impulsado por sus deseos carnales y no por la guía del Señor, se está rebelando contra Cristo al desobedecer su voluntad. Así sería fácil que se comprometieran en un yugo desigual con los incrédulos, incurriendo en condenación.
Lo que era condenable era ese acto contrario a su fe en el Señor, del mismo modo que son condenables todos los pecados. Pablo resistió a Pedro cara a cara, porque era de condenar por su simulación e hipocresía. (Gá.2:11-13) ¿Habría perdido Pedro allí la salvación? No hermanos, un redimido, a causa del pecado consentido en su vida, puede perder el gozo de la salvación (Salmo 51:12) y hasta su función activa como miembro de la Iglesia del Señor, con todo lo que implica su excomunicación, que es el caso narrado en 1ª Co.5:2 pero la Escritura declara que será salvo en el día del Señor, aunque sea vapuleado por Satanás para destrucción de su naturaleza carnal.

Luego en el escrito de marras se cita Santiago 4:4 sin reparar en el destinatario de la carta: Las doce tribus que están en la dispersión.
“¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios.?”
Me remito a lo ya expresado antes. Dios no trata nunca a sus propios hijos con ningún epíteto semejante. Las “almas adúlteras” estaban entre las doce tribus que estaban en la dispersión y no tenemos por qué asumir que todos esos judíos eran creyentes. Entre ellos había “hermanos” creyentes y “hermanos” connacionales del escritor, por su nacionalidad judía. Tengamos esto en cuenta cuando examinamos las cartas que fueron dirigidas originalmente a los hebreos (Hebreos y Santiago) para no confundir la condición de los creyentes como integrantes de la Iglesia con la de los judíos como integrantes de la nación elegida por Dios (Israel)

Seguimos considerando el escrito, y observamos que a continuación se cita la parábola del sembrador, otra vez para sustentar la posibilidad de la pérdida de salvación.
¿Qué le hace pensar a nuestro interlocutor que esta parábola se aplica al tiempo de la Iglesia? Quizás los creyentes tenemos parte de la responsabilidad, porque tendemos a asimilar enseñanzas y a extrapolar a la iglesia cosas que en realidad no se refieren a ella.
Si leemos cuidadosamente el contexto con la explicación del Señor, comprenderemos que se está refiriendo a Israel. La parte de la semilla (la palabra del reino -Mt.13:19) que cayó en buena tierra dio fruto, pero ese fruto es el remanente de Israel (Mt.13:19) que heredará el reino. “De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías que dijo: De oído oiréis y no entenderéis. Y viendo veréis, y no percibiréis. Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado... (Ver Isaías 6:9-13)
La iglesia e Israel son entidades distintas en la administración de Dios. Cada una contribuirá al cumplimiento final de Sus propósitos, pero no debemos confundir los roles de ambos en “el orden de los tiempos” que Dios ha prefijado. (Hch.17:26)

Finalmente analizaremos el texto de 1ª Jn.2:19 que habla de personas que estuvieron en el ámbito de la iglesia pero que se fueron “porque no eran de nosotros” ¿Dice aquí que se trataba de creyentes? Claro que no. La diferencia entre los que se fueron y los que se quedaron era: “Pero vosotros tenéis la unción del Santo” Por eso Pablo escribe en Efesios 1:13 : “En él también vosotros, habiendo oído la Palabra de Verdad, el Evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras (garantía) de nuestra herencia ”.
. “...y el que nos ungió es Dios, el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones.” (2ª Co.1: 22)

Así que, siendo ungidos del Espíritu Santo, para que more en nosotros, sellados con el Espíritu Santo, como propiedad de Dios y bautizados por el Espíritu Santo (1ª Co.12:13) como integrantes del cuerpo de Cristo. ¿Necesitaremos más garantías para sentirnos seguros?
Ninguno de los versículos citados en el artículo de marras sirve de argumento para sustentar la pérdida de la salvación del creyente. El autor no distingue ningún contexto, no discierne el orden de los tiempos, ni los destinatarios o sujetos de cada pasaje (judíos, gentiles incrédulos, o la iglesia de Dios) No advierte la diferencia entre las condiciones del tiempo de la Iglesia y el tiempo futuro de la tribulación, cuando la iglesia ya no esté en la tierra. No es lo mismo, hermanos, integrar hoy la iglesia del Señor, que entrar en el Reino pasando por la futura tribulación. Son condiciones y personas distintas, y no hay que mezclar los conceptos como si se tratara de lo mismo.
Por último, recordemos que no somos cristianos porque hacemos buenas obras, sino que hacemos buenas obras porque somos cristianos. ¿Captan la diferencia los que nos cuestionan?
Es preciso aclarar que del artículo que nos ocupa hemos publicado todo lo referente a las doctrinas, sin los los agregados de propaganda, que fueron eliminados.
No rehusamos el debate doctrinal, pero el proselitismo es otra cosa.
Un fraternal saludo,
Heriberto Brugger
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#2
Sal.52;2:12
12 Vuélveme el gozo de tu salvación, ....

David no perdió la salvación sino el gozo de la salvación
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#3
Buena observación, Roberto. Gracias por compartirla.
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#4
ES SAL. 51:12
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#5
David no tenía las arras del Espíritu Santo. A diferencia de los cristianos que desde Pentecostés tenemos al Espíritu Santo quien es nuestra garantía exororable de salvación, David y los patriarcas no tuvieron esa certeza. Ellos tenía esperanza pero nunca seguridad.
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#6
"Hallé a David mi siervo. Lo ungí con mi santa unción... Mi verdad y mi misericordia estarán con él... Él me clamará: Mi Padre eres tú, mi Dios, y la roca de mi salvación... Para siempre le conservaré mi misericordia, y mi pacto será firme con él. (Sal. 89:20-24-26-28)
“Si dejaren sus hijos mi ley, y no anduvieren en mis juicios, Si profanaren mis estatutos, y no guardaren mis mandamientos, Entonces castigaré con vara su rebelión, y con azotes sus iniquidades, más no quitaré de él mi misericordia, ni falsearé mi verdad. No olvidaré mi pacto, ni mudaré lo que ha salido de mis labios. Una vez he jurado por mi santidad y no mentiré a David”
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#7
David no tenía las arras del Espíritu Santo. A diferencia de los cristianos que desde Pentecostés tenemos al Espíritu Santo quien es nuestra garantía exororable de salvación, David y los patriarcas no tuvieron esa certeza. Ellos tenía esperanza pero nunca seguridad.
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#8
Oscar: Es claro que cualquier cristiano, con todo lo que implica serlo, entiende eso.
Pero te salista del tema.
La unción con aceite de la antigüedad sólo era una figura de lo que luego en la dispensación de la Iglesia sería la unción de los creyentes con el Espíritu Santo a partir de Pentecostés. Desde entonces el Espíritu Santo habita en cada creyente que constituye el Cuerpo de Cristo.

Aquí la mención sobre David tenia relación con el argumento de un descarriado de la verdad, que afirmaba que David podría haberse perdido. Más allá de cualquier connotación, lo cierto es que eso no condice con lo que Dios mismo había revelado sobre David, y éste simplemente no se perdió porque Dios cumplió su propósito en él.

Si David personalmente estaba o no seguro de su salvación, bueno, era un problema de él, porque Dios manifestó claramente que, entre otras cosas citadas en el texto que transcribí, no quitaría de él Su misericordia.

Y acertadamente Roberto señaló con base bíblica que lo que había perdido David no era la salvación sino el gozo de la salvación.
Y ese perder el gozo, no la salvación misma, puede ser hoy la experiencia de muchos creyentes que ofenden a Dios a causa de sus pecados y desobediencia, tal como otrora ocurrió con David.
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#9
Francisco:

Sé que estas trabajando para ofrecer respuestas a David acerca del Hebreos 10 y esperaré tus comentarios al respecto y no te quiero cargar de más, pero en su momento, daré continuidad al debate del verso 29 que creo que no ha quedado claro.

Salu2.
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#10
Amen hermano, lo leeré con calma y comentare..
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