Queridos hermanos: En el extremo sur del territorio continental americano, tanto en Argentina como en Chile hay iglesias establecidas y reunidas en el Nombre del Señor Jesucristo, que con sus respectivos candeleros encendidos procuran llegar a los perdidos con la luz del Evangelio.
Esas iglesias van creciendo y extendiendo el testimonio del Señor en esas regiones de "lo último de la tierra" a pesar de las condiciones de la naturaleza que muchas veces se muestra hostil, con recios vientos, nevadas y helada temperatura ambiente, con todo lo que implica.
Sin embargo, los creyentes siguen adelante "puestos los ojos en Jesús", desafiando las inclemencias del clima adverso.
Y precisamente, en los días de la pasada "semana santa", tuve el privilegio de visitar una de esas Asambleas, la iglesia del Señor en Río Gallegos (Provincia de Santa Cruz). Allí los hermanos han construido un espacioso local de reuniones, que edificaron con arduo esfuerzo, en el que, aunque aún no está completamente terminado, pasamos un hermoso tiempo compartiendo juntos la Palabra del Señor.
Emprendimos viaje en automóvil rumbo al "lejano sur" para atravesar 800 Km de solitaria y desértica estepa patagónica, donde, contrario a lo que podría suponerse a simple vista, Dios muestra Su imponente sabiduría en Su maravillosa creación. Allí, en lo que puede parecer el medio de la nada, habita una fauna rica en animales silvestres, que se alimentan de la escasa vegetación circundante.
A nuestro paso observamos numerosas familias de guanacos reunidas en grandes grupos en torno de alguna laguna formada por lluvias ocasionales, en lo que parecía ser su propia conferencia. También vimos avestruces, algún zorro solitario y liebres europeas (fauna introducida que se multiplicó expandiéndose por grandes territorios del país) Un zorrino (o zorrillo en algunos países) impregnó el aire de nuestro vehículo, recordándonos que estábamos en su territorio, y no falto una mara, la típica liebre patagónica, un roedor autóctono, mostrándose con sus orgullosa estampa. Una buena carretera asfaltada, en tramos rectos hasta el horizonte, nos permitía avanzar ágilmente, devorando los kilómetros, pero el cruce de los guanacos (Para los que no lo conocen, es una especie de camélido pariente de las llamas) nos mantuvo atentos para evitar embestirlos. No nos sentíamos solos en medio de la inmensidad. pues además de tanta diversidad, la ruta registra un tráfico intenso de vehículos de todo porte, al menos en los feriados largos.
Ya en destino, con la protección del Señor, comenzamos con las actividades previstas por la iglesia local, y compartimos el tema de "Las Siete Fiestas de Jehová" hasta el domingo, emprendiendo luego el viaje de regreso, esta vez haciendo la mayor parte del recorrido de noche.
El espectáculo del cielo, y su mensaje, conmueve nuestros corazones cuando comprendemos lo que David escribió, por inspiración divina, en el Salmo 19:1 "Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos." Los que vivimos en el emisferio sur leemos en el firmamento el mensaje de la cruz a través de la "Cruz del Sur", una cruz perfectamente simétrica que nos habla del sacrificio del Señor. A los lados hay dos cruces imperfectas (los ladrones) pero el tono rojizo de una estrella que dibuja uno de los costados nos remite al ladrón salvado por la sangre del Salvador, mientras que la luminosidad del cielo estrellado se interrumpe justo debajo del pie de la cruz del sur con un espacio desierto y oscuro, muy negro, denominado "la bolsa de carbón" simbolizando el pecado que fue puesto allí. Si, hermanos, el firmamento anuncia literalmente la obra de Sus manos, pero a veces nos perdemos de mirarlo. En este viaje, en una noche completamente despejada, realmente disfrutamos del mejor espectáculo.
Bien, hermanos, sólo quería contarles a qué de debió mi ausencia del foro en estos días, pero volvemos con un renovado ánimo para seguir compartiendo y edificando con ustedes.
Gracias por vuestra paciencia de leer esta crónica de viaje, y que todo sea para la gloria del Señor.
Un abrazo,
Heriberto
Esas iglesias van creciendo y extendiendo el testimonio del Señor en esas regiones de "lo último de la tierra" a pesar de las condiciones de la naturaleza que muchas veces se muestra hostil, con recios vientos, nevadas y helada temperatura ambiente, con todo lo que implica.
Sin embargo, los creyentes siguen adelante "puestos los ojos en Jesús", desafiando las inclemencias del clima adverso.
Y precisamente, en los días de la pasada "semana santa", tuve el privilegio de visitar una de esas Asambleas, la iglesia del Señor en Río Gallegos (Provincia de Santa Cruz). Allí los hermanos han construido un espacioso local de reuniones, que edificaron con arduo esfuerzo, en el que, aunque aún no está completamente terminado, pasamos un hermoso tiempo compartiendo juntos la Palabra del Señor.
Emprendimos viaje en automóvil rumbo al "lejano sur" para atravesar 800 Km de solitaria y desértica estepa patagónica, donde, contrario a lo que podría suponerse a simple vista, Dios muestra Su imponente sabiduría en Su maravillosa creación. Allí, en lo que puede parecer el medio de la nada, habita una fauna rica en animales silvestres, que se alimentan de la escasa vegetación circundante.
A nuestro paso observamos numerosas familias de guanacos reunidas en grandes grupos en torno de alguna laguna formada por lluvias ocasionales, en lo que parecía ser su propia conferencia. También vimos avestruces, algún zorro solitario y liebres europeas (fauna introducida que se multiplicó expandiéndose por grandes territorios del país) Un zorrino (o zorrillo en algunos países) impregnó el aire de nuestro vehículo, recordándonos que estábamos en su territorio, y no falto una mara, la típica liebre patagónica, un roedor autóctono, mostrándose con sus orgullosa estampa. Una buena carretera asfaltada, en tramos rectos hasta el horizonte, nos permitía avanzar ágilmente, devorando los kilómetros, pero el cruce de los guanacos (Para los que no lo conocen, es una especie de camélido pariente de las llamas) nos mantuvo atentos para evitar embestirlos. No nos sentíamos solos en medio de la inmensidad. pues además de tanta diversidad, la ruta registra un tráfico intenso de vehículos de todo porte, al menos en los feriados largos.
Ya en destino, con la protección del Señor, comenzamos con las actividades previstas por la iglesia local, y compartimos el tema de "Las Siete Fiestas de Jehová" hasta el domingo, emprendiendo luego el viaje de regreso, esta vez haciendo la mayor parte del recorrido de noche.
El espectáculo del cielo, y su mensaje, conmueve nuestros corazones cuando comprendemos lo que David escribió, por inspiración divina, en el Salmo 19:1 "Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos." Los que vivimos en el emisferio sur leemos en el firmamento el mensaje de la cruz a través de la "Cruz del Sur", una cruz perfectamente simétrica que nos habla del sacrificio del Señor. A los lados hay dos cruces imperfectas (los ladrones) pero el tono rojizo de una estrella que dibuja uno de los costados nos remite al ladrón salvado por la sangre del Salvador, mientras que la luminosidad del cielo estrellado se interrumpe justo debajo del pie de la cruz del sur con un espacio desierto y oscuro, muy negro, denominado "la bolsa de carbón" simbolizando el pecado que fue puesto allí. Si, hermanos, el firmamento anuncia literalmente la obra de Sus manos, pero a veces nos perdemos de mirarlo. En este viaje, en una noche completamente despejada, realmente disfrutamos del mejor espectáculo.
Bien, hermanos, sólo quería contarles a qué de debió mi ausencia del foro en estos días, pero volvemos con un renovado ánimo para seguir compartiendo y edificando con ustedes.
Gracias por vuestra paciencia de leer esta crónica de viaje, y que todo sea para la gloria del Señor.
Un abrazo,
Heriberto